Corrida del estoque de oro
Lunes 10 de febrero de 2020, p. a34
En la celebración 10 de la corrida del Estoque de Oro a beneficio de la Asociación Nacional de Matadores, y festejo 17 de la temporada, en un cartel por lo menos disparejo −no lidió una sola ganadería sino seis, sus nombres no fueron anunciados con anticipación, los toros no fueron sorteados y junto a unos nombres sobraron otros− hicieron el paseíllo las figuras españolas consentidas de la empresa: Enrique Ponce, Antonio Ferrera y Morante de la Puebla, y los diestros mexicanos José Mauricio, Joselito Adame y su hermano Luis David, lo que convocó a cerca de media plaza o algo menos de 20 mil espectadores. Antes hubo un merecido reconocimiento al peón y banderillero Juan Vázquez, por 60 años de subalterno y hace tiempo asesor técnico del juez de plaza en este coso.
Sana costumbre
¿Por qué se abandonó la sana costumbre de efectuar esta corrida con la participación de figuras importadas y diestros nacionales destacados? Que por diferencias de la asociación con la empresa en turno, que por imposiciones gerenciales, que por falta de habilidad para negociar o por indiferencia de los mandamases del negocio. Bastó una sugerencia de la cúpula para que hoy los figurines se alinearan por la derecha y accedieran a corresponder un poquito, así fuera a regañadientes, al trato que aquí reciben. A ver si se vuelve costumbre.
Abrió plaza Caudal de memorias, de Julián Hamdan, para Enrique Ponce, cuyo capotón de brega es tan largo que con tantito que baje los brazos, los toros que humillan clavan los pitones en la arena, dando una vuelta de campana o media vuelta, pero en cualquier caso afectando el comportamiento de las reses. Ocurrió lo segundo y el toro quedó muy debilitado, rodando tras el puyazo, por lo que el juez ordenó que fuera devuelto, en el primero de los desatinos a que sería obligado.El reserva fue un castaño del hierro de La Joya, pronto y claro que, tras atorar un pitón en la arena y recargar en la vara, se agarró al piso. Ponce decidió salir tercio.
Tocayo, también de La Joya, con 498 kilos, fue para el español Antonio Ferrera y otra evidencia de que en México hay ganado bravo y noble, sistemáticamente proscrito por empresas y figurines. ¿Por qué no ha venido La Joya en temporada grande? Alegre y pronto, el animal acusó nobleza y codicia, por lo que no pasaba, embestía y emocionaba por tanta tauridad reunida. Ferrera, bullidor y sobrado de oficio, hizo lo que pudo, que no fue poco pues un astado con esas cualidades pone en evidencia a la mayoría. Si bien la expresión de Ferrera no estuvo a la altura de la del toro, ambos lograron emocionar a villamillennials, que pidieron el indulto y que fue concedido, faltaba más, para a la postre llevarse el Estoque de Oro sin haber estoqueado.
Morante escogió un manso perdido de Bernaldo de Quirós y se llevó la rechifla de la temporada tras varios pinchazos y un aviso. Al triunfador José Mauricio le correspondió Coco, de Xajay, con el que estuvo templado e imaginativo con la capa, logrando con la muleta, por ambos lados, las tandas más bellas, verticales y elegantes de la tarde ante un toro que exigía colocación, quietud y mando. Volcándose, dejó un estoconazo en todo lo alto y recibió una oreja de primer mundo, no de trancas.
Joselito Adame realizó una completa faena a Cinco Estrellas, de Reyes Huerta, que permitió un vistoso segundo tercio con Ferrera y Luis David, y un inteligente trasteo a un burel que acabó soseando. Fue prendido sin consecuencias, dejó una estocada entera e inexplicablemente, o casi, recibió dos orejas que le fueron protestadas. Ni modo que por haber visto feo al palco de la autoridá. A Luis David le tocó un toro exigente y encastado de Las Huertas que puso en jaque a los banderilleros y con el que algo lució con las telas. Mató mal.