Miércoles 5 de febrero de 2020, p. 23
Nueva York. El proceso electoral presidencial estadunidense arrancó con un desastre. Más de 24 horas después de realizarse el primer ejercicio entre candidatos presidenciales demócratas, aún no hay resultados finales por fallas técnicas que han provocado caos, desesperación, especulaciones de conspiración y burlas.
Resultados parciales emitidos ayer por la tarde indican que el senador democrático socialista Bernie Sanders y el alcalde Pete Buttigieg, centrista, veterano militar y el primer candidato presidencial abiertamente gay, estaban ganando, pero aún más notable era que el candidato mayor de la cúpula del partido, el ex vicepresidente Joe Biden, está en cuarto lugar.
El proceso electoral interno del partido, según sus arcaicas reglas, dio resultados poco comprensibles en los cuales, de acuerdo con cifras oficiales parciales, Sanders está ganando el voto popular, pero está empatado con Buttigieg en delegados, y Elizabeth Warren está en tercer lugar.
Siete de los 11 demócratas que buscan la nominación de su partido para enfrentar a Donald Trump en las elecciones generales de noviembre hicieron campaña en Iowa –primera contienda de las 50 estatales y sólo por eso su importancia exagerada– en que los contendientes buscan acumular los por lo menos mil 990 delegados que se requieren para obtener la nominación de su partido en la Convención Nacional en verano. Iowa sólo otorga 41 delegados en total.
La noche del lunes todos los noticieros y observadores, así como ciudadanos curiosos, se quedaron asombrados por la larga espera, hasta que después de varias horas se anunció que había fallas técnicas tanto en una app como en el sistema de respaldo, para entregar los resultados de más de mil 600 sitios de votación.
Ante ello, llovieron no sólo críticas: después de millones de dólares invertidos por las campañas, meses de trabajo y masiva cobertura de medios durante las últimas semanas, resulta que el sistema se cayó. Algunos comentaristas aconsejaron que era hora de convocar a la Organización de Estados Americanos para intervenir; otros señalaron que es por una causa menor que está en el conteo, y se justificaron hasta golpes de Estado como en Bolivia.
Pero los que más gozaron del autogol demócrata fueron Trump y su equipo, que se burlaron de la incompetencia demócrata, declarando que la elección de dicho partido en Iowa es “un desastre… Nada funciona, igual como manejaron al país”.
Más preocupante que todo esto para los demócratas es que la tasa de participación –según cifras preliminares– en Iowa estuvo muy por debajo de los niveles esperados (mucho menos que los 240 mil en 2008), indicador clave, ya que casi todo depende de una ola de participación popular en noviembre para derrotar al ocupante de la Casa Blanca.
El próximo martes se realizará la siguiente contienda estatal en Nuevo Hampshire, y todos esperan que para entonces Iowa sea un lejano recuerdo.