En entrevista con La Jornada, Alfredo Fonseca, fundador de la plataforma de desarrollo La Cosita Chula, sostiene que enfrentan la piratería, el comercio desleal y el prejuicio del consumidor
Miércoles 29 de enero de 2020, p. 5
En los hechos, los artesanos mexicanos están indefensos en un mercado dominado por la piratería y el comercio desleal.
Padecen no sólo la invasión de productos chinos que copian sus diseños, sino que enfrentan otro grave problema: el consumidor que prefiere comprar productos aun sabiendo que son piratas, por debajo de su precio, explica a La Jornada Alfredo Fonseca, fundador de La Cosita Chula, empresa que aglutina el saber de tres generaciones de expertos en talleres artesanales.
Ese es el contexto en el que entró en vigor el pasado viernes la reforma a la Ley Federal de Derechos de Autor, que pretende proteger, entre otras, las obras de arte popular y artesanal ‘‘contra su explotación sin la autorización por escrito del pueblo o comunidad titular y contra su deformación”.
Fonseca pertenece a una familia de artesanos de cerámica de talavera de Puebla. Hace cuatro años se dio cuenta de que sólo ‘‘rompiendo paradigmas” podría transformar el quehacer artesanal en una actividad productiva económicamente.
Su propuesta es impulsar la innovación artesanal, sin perder la tradición. Para ello debió involucrarse de lleno en el trabajo de los artesanos; ‘‘no hay otra manera de comprender sus pesares”, afirma.
Por ejemplo, continúa Fonseca, ‘‘en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, que es donde está la mina de donde sale la piedra para molcajetes, han llegado chinos a tratar de explotarla. Pero también está el tema del narco, porque esas minas eran usadas como fosas clandestinas.
‘‘Conocimos a artesanos que subían en burro a la mina a traer el material. Con el desarrollo que hemos tenido en La Cosita Chula ahorita ya tenemos una camioneta, y ayudamos no sólo a bajar nuestra piedra, sino la de otros artesanos. Son 8 kilómetros del poblado a la mina, que está un poco escondida; entonces no sólo hay que picar para extraer la materia prima, hay que limpiar, dinamitar.
‘‘En un principio no había recursos para poder limpiar con maquinaria, entonces lo hacías ‘a hombre’, y en temporadas de lluvia, con los deslaves, ahí quedaban los compañeros. Uno de los propósitos de nuestra empresa fue tratar de eliminar ese tipo de procesos innecesarios y peligrosos.
‘‘Problemas como éste hay en muchos lados, pues también se le ha dado permiso a empresarios de otros países para explotar la materia prima.”
Romper paradigmas
En el papel, la reforma impulsada por los senadores Susana Harp y Ricardo Monreal que se publicó el 24 de enero en el Diario Oficial de la Federación, dice que la Ley Federal de Derechos de Autor protege ahora a ‘‘las obras literarias, artísticas, de arte popular y artesanal, primigenias, colectivas y derivadas de las culturas populares o de las expresiones de las culturas tradicionales, de la composición pluricultural que conforman al Estado mexicano, en las que se manifiestan elementos de la cultura e identidad de los pueblos y comunidades”.
El artículo 158 indica que esas ‘‘obras” estarán protegidas porla ley ‘‘contra su explotación sin la autorización por escrito del pueblo o comunidad titular y contra su deformación, hecha con objeto de causar demérito a la misma o perjuicio a la reputación o imagen de la comunidad o pueblo al cual pertenece”.
Además se menciona que ‘‘cuando exista duda de la comunidad o pueblo a quien deba solicitarse la autorización escrita para uso o explotación, la parte interesada solicitará a la Secretaría de Cultura una consulta para identificar al titular”.
En la realidad, la legislación parece ajena a la nueva forma en la que se comienzan a organizar los artesanos, por ejemplo, en los talleres de La Cosita Chula, donde laboran alrededor de 100 personas (65 por ciento mujeres), procedentes de 15 regiones de la República, pertenecientes a los estados de Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Puebla y Tlaxcala que trabajan escultura en piedra, alfarería, técnicas de tejido, martillado en cobre y arte huichol.
‘‘Nosotros buscamos desarrollar la industria artesanal porque pensamos que no sólo se trata de preservar un legado, sino quees una actividad que puede levantar la economía del país, como su-cede en Malasia o India”, insiste Fonseca.
Está convencido de que ‘‘se debe dejar de pensar que todo depende de las instituciones. En La Cosita Chula nos dedicamos a romper paradigmas no sólo entre los artesanos, sino también entre los compradores, muchos de los cuales desdeñan productos hechos a mano o de plano porque se trata de artesanías y no los ven como productos de uso diario. Persiste el prejuicio en el consumidor.
‘‘Nuestro sueño es que por cada 10 tiendas que se han abierto donde se ofrecen productos chinos, exista una con productos hechos por manos mexicanas, ya sea una vajilla, una jarra, vasos, y que los compradores se convenzan de que los pueden utilizar en el día a día, no sólo de adorno.
‘‘Los artesanos ya no nos quedamos en el pueblo a esperar que las personas lleguen a comprar. Estamos saliendo. Eso es La Cosita Chula, una plataforma de desarrollo, la cual invita a que se integren nuevas generaciones.
‘‘También hacemos inversiones controladas, no nada más por querer dar el recurso, porque ya nos pasó con el primer artesano, que en lugar de ver a futuro, dedicó el dinero a hacer una fiesta y ahí se le fue todo. Hay que saber ahorrar, invertir, para ir mejorando los talleres y conocer el mercado, porque no siempre hay demanda.”
Los productos de La Cosita Chula se venden en supermercados y tiendas departamentales, como Walmart y Palacio de Hierro. Más información en su página web: http://www.lacositachula.com.mx.