Jueves 23 de enero de 2020, p. 5
La polémica novela American Dirt (Tierra americana), de Jeanine Cummins, aparece como una ‘‘muy cínica apropiación cultural de la experiencia migrante en la frontera” para mercantilizarla y convertirla en producto de entretenimiento”, opina el escritor Alberto Chimal.
‘‘El libro se está vendiendo como ‘el no va más’ de las novelas sobre ese tema, con una tendencia al melodrama que oscurece las causas de fondo y los aspectos más incómodos de la migración y de la violencia tanto en la frontera como en México”, explica el narrador y ensayista en entrevista con La Jornada.
Chimal (Toluca, 1970) menciona: ‘‘Es un libro complaciente, como para que una persona que tiene alguna ligera inquietud sobre el asunto diga: ‘¡qué barbaridad!’ y pase a lo siguiente creyendo que ya hizo algo, como para mitigar una especie de culpa social dentro del ámbito del grupo blanco, anglosajón y protestante en Estados Unidos”.
American Dirt sumó ayer más elementos polémicos cuando se difundió que en una cena con editores se utilizaron centros de mesa que representaban el muro fronterizo.
El poeta y traductor estadunidense David Bowles fue tajante en su cuenta de Twitter: ‘‘Este tipo de exhibición insensible, este beber hasta el fondo del sufrimiento moreno... es la razón por la que debe ser cancelada. Sinvergüenzas. Despreciables. Odiosos”.
El escritor, que ha traducido libros, poemas e historias desde el español, náhuatl, maya y japonés, sostiene: ‘‘No hay nada malo en que un no mexicano escriba sobre la situación de los mexicanos. Lo que está mal es borrar las voces auténticas para vender por millones su apropiación cultural inexacta”.
Mercantilización y racismo
La reconocida escritora mexicana Valeria Luiselli apuntó que la novela de Cummins ‘‘con todos los respetos, esta parece ser la peor elección posible de libro para 2020”.
Añadió: ‘‘Recibí una llamada de los productores de Oprah Winfrey la semana pasada, pidiéndome que recomendara escritores latinos para este programa, lo cual hice. Pero luego me preguntaron si podía darles el contacto de cualquier ‘persona ilegal’ con la que haya trabajado, para que pudieran hablar con ella. La conversación terminó allí”.
Chimal relata que Bowles está protestando intensamente en contra de American Dirt y por ello ‘‘es objeto de una sanción en Twitter, mientras a otros usuarios mucho más peligrosos se les deja seguir publicando sin límites.
‘‘Esto ilustra la forma en que las grandes empresas de comunicación en Internet están subordinadas únicamente a la política de Estados Unidos, a los intereses de los poderes fácticos de ese país, aunque su alcance acaba siendo mundial. Hay una desigualdad en el trato que da a pensar que estas plataformas de comunicación están asociadas con poderes fácticos corruptos y por tanto están corrompidas también.”
Alberto Chimal refiere que la difusión de una foto de Yalitza Aparicio con una versión digital de American Dirt ‘‘ha levantado una suerte de indignación muy comprensible. Ella es una influencer dentro de cierta comunidad que la aprecia por su papel en Roma y su activismo en favor de los pueblos originarios. La novela parece ir en contra de las intenciones declaradas de Yalitza en muchas otras ocasiones, porque falsea las experiencias de personas migrantes’’.
Sostiene que ‘‘la mercantilización de una experiencia en Estados Unidos proviene de un tipo particular de racismo, cuya característica es una especie de segregación y subordinación de culturas y grupos bien diferenciados: la afroamericana, la mexicomericana, todas son reconocidas como cosas distinta pero no reciben el mismo trato que la que proviene de Europa’’.
Sin embargo, en México ‘‘deberíamos ser capaces de verlo y quizá estamos contagiados de ese mismo racismo y por él ignoramos y borramos a la gente que migra e intenta cruzar la frontera, uniéndonos a aquellos que perfectamente nos discriminan”.