La peor entrada de la temporada 2019-2020
Lunes 20 de enero de 2020, p. a34
¿Si no hubiera llovido habría mejorado la entrada? Lo más probable es que no, habida cuenta de que las tradiciones no se improvisan, por más poder económico y deseos de satisfacer a la afición que se tengan. Habiendo urgencia de consolidar toreros mexicanos taquilleros y de fomentar manos a mano con diestros de a pie, ¿qué caso tenía sacarse de la manga un encuentro de toreros a caballo sin más antecedentes que el apadrinamiento de alternativa de uno al otro y sendos indultos? ¿Sólo Hermoso de Mendoza e hijo pueden acompañarse de matadores andantes? ¿Era demasiado caro incluir en el cartel a Andy Cartagena, el otro caballero que ha indultado en la Plaza México?
En cualquier caso, en una tarde gélida y lluviosa hubo gente en barreras y tendidos que –protegida con mangas, paraguas, sombreros e impermeables– presenció la exhibición de las magníficas cuadras de caballos toreros propiedad del rejoneador luso-andaluz Diego Ventura (37 años, 21 de alternativa, 39 tardes el año pasado en España y 20 en México) y del rejoneador mexicano Emiliano Gamero (36 años, ocho de matador y 16 tardes en 2019), así como la disposición y profesionalismo de los caballistas a dar lo mejor de sí ante cinco astados de Los Encinos, nobles y con recorrido pero escasos de fondo, y un cierraplaza de Julio Delgado que a la postre propició el triunfo de Gamero, a quien el juez Jorge Ramos indebidamente le negó la oreja de su primero, en ese rigorismo tan fuera de cacho que contrasta con la generosidad hacia los de afuera.
Fue tan insólito y extravagante este cartel de la decimotercera corrida de la temporada que jamás se había dado uno igual en los casi 74 años del mal aprovechado coso, y no porque no haya una fuerte tradición del toreo a caballo en México sino porque, paradójicamente, ésta fue debilitada con la irrupción del caballista navarro Pablo Hermoso de Mendoza, incapaz de corresponder a tanta hospitalidad y generosidad de empresas y público apoyando a jóvenes diestros de a caballo y a pie con potencial sino, por el contrario, vetándolos o poniendo a diestros de escasas cualidades. Y como empresas, ganaderos y toreros se convierten en convidados de piedra cuando de un llenaplazas se trata, en dos décadas nadie ha sido capaz de denunciar las arbitrariedades de Hermoso en nuestro país. Bueno, uno sí, en su momento: Enrique Fraga, cuando fue rejoneador.
Pero los abusos y mezquindad del maestro Hermoso no tienen límite y sus precauciones tampoco, al grado de que nunca ha querido alternar con Diego Ventura en España, ni en Francia ni en Portugal, menos en México, tanto por el abultado ego como por los honorarios y, sobre todo, por la inminente posibilidad de ser superado por quien hoy por hoy es el mejor rejoneador del mundo. Prefiere ceder la estafeta a su hijo Guillermo, que nunca ha pisado la Plaza México pero ahí confirmará su alternativa en la última corrida del antojadizo serial.
Tan bien estuvieron ayer ambos alternantes que decidieron partir plaza no obstante lo mojado del piso y la pobre entrada. Desde luego no fue caballerosidad
de Ventura alternar con su ahijado de alternativa, Gamero, sino elemental correspondencia y mínimo agradecimiento al trato que aquel ha recibido en nuestro país. La noble embestida del abreplaza Notario permitió a Ventura cortar la primera oreja tras un despliegue de técnica, recursos y oficio.
La réplica de Gamero no se hizo esperar y con su primero, Buen amigo, estuvo encastado, celoso y valiente sobre su magnífica cuadra. El desfiguro del juez echó por tierra los esfuerzos de Emiliano que, sin darse tregua, logró desquitarse con su tercero, Cerrajero, al que le tumbó merecida oreja. Ah, si Hermoso hubiera apoyado con grandeza a la fiesta y al rejoneo en México…