Al término de la proyección de Exiliada, una persona pregunta: ¿qué podemos hacer? Leonor Zúniga, una representante de Amnistía Internacional y una de un grupo feminista local acaban de presentar el documental, que sigue la vida de la hijastra del actual presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

Lo que el público acaba de ver causa inquietud por varias razones. Minutos antes aparecía en pantalla una mujer, que habiendo sido violada cuando era niña y exiliada de su país, decide seguir denunciando, insistir. El impacto es mayor debido a que Rosario Murillo es su madre y esposa de Ortega.

Con todo lo que vivió Zoilamérica, ella podría ser una persona llena de odio, pero hizo la tarea de trabajarse, explica la joven directora. La historia no es nueva, el caso se hizo público en 1998. La intención de Zúniga era hablar de cómo esta violencia afecta la vida de las víctimas de abuso sexual.

Es un cinta sobre una familia

La cineasta, que responde poco a poco las preguntas del público, asegura que para ella era importante abrir dicha conversación. Subraya que su documental no es sobre la familia Ortega Murillo, es una película sobre una familia.

Abajo, una joven toma el micrófono para agradecer a Zúniga por su trabajo y valentía. Sabe que si la cineasta regresa a Nicaragua podría sufrir repercusiones y considera que lo que hace es también una forma de pedir justicia.

Habíamos dicho que esta generación íbamos a hacer las cosas diferentes, que íbamos a hacer cambios políticos sin cargar las armas y que íbamos a tomar distancia de nuestros familiares, nuestros padres y abuelos, porque lo habían hecho bien, pero queríamos hacerlo de otra forma, agrega.

Para la cineasta nicaragüense decidirse a hacer el documental no fue fácil. Sabía que si lo filmaba iba a tener que exiliarse junto con su pareja, expone. Asimismo, al ser la primera persona en retratar la vida de Zoilamérica sentía gran responsabilidad. Pese a la situación, quería mantener un balance entre lo positivo y lo negativo.

Cada vez que presento esta película y hablamos con la gente, siempre me digo que valió la pena, concluye Zúniga.