Martes 14 de enero de 2020, p. 9
Mujeres migrantes en América Latina se emplean en centros laborales con condiciones precarias, bajos salarios y nulas prestaciones, según un informe elaborado por la Alianza Global contra la Trata de Mujeres y organizaciones de diversos países, entre ellos México.
De acuerdo con la investigación, las cargas de cuidado de género las llevan a migrar y al trabajo precario: Son responsables de la atención y el apoyo físico, emocional y financiero a sus familias. Esta triple carga las empuja a aceptar empleos mal pagados y en condiciones de explotación
, al igual que a tolerar diferentes tipos de violencias.
El documento titulado Menuda manera de ganarnos la vida. Mujeres migrantes contra la violencia y el acoso en el mundo del trabajo en Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Guatemala y México, recaba información sobre quienes laboran en el sector servicios, de limpieza, trabajo en el hogar, maquila, venta ambulante y trabajo sexual.
Según el informe, a la mayoría se le paga por debajo del salario mínimo, menos de lo que reciben los hombres y las trabajadoras locales. Además, se expone que comúnmente las horas laborales que tienen son excesivas, sin días libres o con muy pocos, y las relaciones contractuales son principalmente verbales y se incumplen con frecuencia.
La mayor parte del tiempo los empleadores no aseguran a las trabajadoras ni las afilian a los sistemas nacionales de seguridad social
, se señala. En el documento se menciona que a las mujeres migrantes se les niega atención médica, y también experimentan limitaciones a su libertad de movimiento, a través del encierro o la retención de sus documentos de identidad
.
De igual manera, las organizaciones advierten que la discriminación y la violencia que experimentan las migrantes varían según la raza, la nacionalidad y el sector laboral. Exponen que las empleadas del hogar y las trabajadoras sexuales reportan mayor violencia física y verbal.
Indican que en su mayoría los casos de violaciones de los derechos laborales no se denuncian por el temor de que las víctimas sean despedidas u otras represalias. Además, a través de las entrevistas para la investigación se detectó que hay una cultura de culpar a quienes fueron agredidas tanto entre las mismas mujeres como entre los empleadores y la sociedad, donde se considera que han propiciado el acoso sexual y la violencia a través de su comportamiento
.