Madrid. En un clima de incertidumbre ante la formación del nuevo gobierno, el Congreso de los Diputados de España inició ayer su décima cuarta legislatura, que podría convertirse en la primera en albergar un gobierno de coalición de izquierdas desde la Segunda República de 1934. Las urnas acentuaron la fragmentación, hasta con 16 partidos representados en el Congreso, y encumbraron a la ultraderecha de Vox como tercera fuerza, detrás del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Partido Popular (PP) con 89 diputados.

Sin representación en el Congreso hace un año, Vox pasó de 24 a 52 diputados e incluso consiguió una vicepresidencia en la Mesa del Congreso, el órgano de dirección.

El primer gran acto del Congreso fue la elección de la Mesa, integrada por una presidencia, cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías. Es decir, nueve miembros que deben elegir los asuntos a tratar y el procedimiento de los debates, entre otras cuestiones.

La presidencia de la Mesa recayó de nuevo en la socialista Meritxell Batet; a la cabeza de las cuatro vicepresidencias están PSOE, PP, Vox y Unidas Podemos (UP), y de las cuatro secretarías una fue para el PP y el resto para las dos fuerzas de izquierda.

La Mesa del Congreso estará controlada por PSOE y UP, como preámbulo de acuerdo del gobierno, una vez que la formación liderada por Pablo Iglesias logró tres puestos de representación gracias a los votos prestados del PSOE. En su discurso de apertura, Batet pidió prudencia, respeto y diálogo, y añadió que puede parecernos que la fragmentación y la disparidad de nuestras posiciones harán estéril cualquier diálogo, pero quien eso crea hará bien en pensar que el diálogo es en la política lo que el trabajo de investigación básica es en la ciencia.