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Nosotros ya no somos los mismos

La audacia del general Gaytán // El Presidente representa a 30 millones de mexicanos y a todos

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▲ El Ejército ha refrendado su lealtad al Presidente.Foto Marco Peláez
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o previsible se convirtió en inevitable: la mayoría activa de la multitud se manifestó la semana pasada, casi unánimemente, en torno al asunto del épico fervorín pronunciado por el señor general Carlos Gaytán, durante un importante cónclave de altos y luminosos perfiles castrenses. Las opiniones si bien diversas, coinciden de forma contundente en que el abierto alegato reivindicador del pasado inmediato que realizó tan importante mílite era algo inédito, irrespetuoso y abiertamente provocador. Rompía, flagrantemente, no solamente con usos y costumbres preservados celosamente durante décadas, sino con normas jurídicas de la legislación militar vigente. Uno de los remitentes de los correos y whatspp, a los que me estoy refiriendo consideraba que el orador estaba a salvo de la prohibición de participación en actividades políticas que el Código Militar estipula. Pero otro opinante señala: el general Gaytán podrá estar en situación de retiro, pero no todos los asistentes, principalmente los miembros del presídium, quienes por supuesto, no se encuentran retirados sino muy activos y muy cerquita. Sin embargo, si vemos el discurso nos queda claro que desde los primeros renglones y luego en varias ocasiones, el de la voz se arroga la representación de los presentes y hasta del conjunto de quienes integran las fuerzas armadas.

Y aquí meto mi cuchara yo y, releyendo el texto en comento, encuentro estas expresiones que sostienen el anterior comentario. Dice el señor general al inicio de su texto: Se me ha concedido la palabra para expresar ante ustedes algunas preocupaciones que, en virtud de la situación actual, sin duda, compartimos todos los aquí presentes. (¿Y yo por qué?, diría la gran mayoría de los presentes, recordando al inimputable). Más adelante podemos leer: “Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente (o sea no permanentemente, sino sólo de vez en cuando) […] toda vez que cada uno de los aquí presentes, fuimos formados con valores axiológicos sólidos que chocan con las formas con que hoy se conduce al país”. O sea que, además de insistir en ser la voz autorizada de un sector tan importante como sin duda alguna lo es el militar, se permitía ahora, además, adjudicarse la supremacía en el ámbito de lo ético y lo moral, por encima de todas las demás organizaciones de la sociedad, y no solamente, sino que, aprovechando tan excepcional tribuna, confrontaba abiertamente al gobierno nacional, al que en ningún momento había sido capaz reclamar, concretamente, una política pública o un simple hecho violatorio del orden constitucional al que está obligado a someter su ejercicio.

No me cabe duda que hasta al más querendón hippie de los años 70 (y hoy residente de alguna casa de retiro), el discurso de marras le habría sonado a una auténtica proclama a la que en cualquier momento seguiría una asonada, sublevación o el llamamiento al golpe contra un gobierno legalmente constituido y archilegitimado. (Apenas unas horas de que pergeñe estos renglones, me tocó vivir una emotiva corroboración).

Pues debo confesar que a mí la audacia del general Gaytán sí me acogotó. Agoté mi provisión de Losartán, Exforge y otros medicamentos más contra la presión (desgraciadamente sólo arterial), y con una doble ración de mis Bombay martinis, pero sobre todo con los diagnósticos de mi general secretario y mi secretario almirante, volví a mi artificial normalidad. Por eso renuncio a un análisis detallado del realista, conservador y reaccionario mensaje, y solamente me atrevo a dos modestas acotaciones. Dice su general: Hoy tenemos un gobierno que representa aproximadamente a 30 millones de personas, cuya esperanza es el cambio.

No, don Carlos, con todo respeto para sus conocimientos militares, aritméticos, estadísticos, legales etcétera, me permito aclarar: el Presidente López Obrador, no representa a los 30 y tantos millones que votaron por él, sino también a los que votaron por los otros candidatos perdidosos y, aun, a los que, por cualquier causa, se abstuvieron de emitir el sufragio, derecho y obligación de todo ciudadano. Breviario informativo: Población en 2019: 126 millones de mexicanos. Votos por López Obrador en 2018: 30 millones 113 mil 383. Sufragios por Peña Nieto en 2012: 19 millones 226 mil 784.

López Obrador es Presidente hasta de los que, como usted,: chocan con las formas con las que hoy se conduce al país. Y de los que, según afirma: no podemos soslayar que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes, han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad. Con idéntica suavidad le digo: convencimiento universal, ni lo sueñe: nuestra Virgencita del Tepeyac tiene ruda competencia con la Virgen de San Juan de los Lagos y yo sigo siendo fan, pese a muchos descalabros, de la Virgen del Sagrado Corazón, abogada de las causas difíciles y desesperadas.

De la arenga del general Gaytán quedan dos que tres cositas por comentar, por ejemplo, el mito que sostiene sobre la unidad nacional. Ojalá y se dé, al respecto, la oportunidad del comento. El reconocimiento a un cocodrilo que repta (pero también vuela a la grandeza quees herencia, pero también mérito propio). La felicitación al Consejo de la Judicatura Federal por el arribo de un ciudadano y jurista de excepción: Bernardo Bátiz.

Twitter: @ortiztejeda