Entrevista con la premio Cervantes a propósito de El amante polaco, publicado por Seix Barral, uno de los estelares en la inminente Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara
Sábado 23 de noviembre de 2019, p. 2
La escritora Elena Poniatowska abre la caja de sus recuerdos más íntimos y los entrelaza con la historia de Stanislaw August Poniatowski (1732-1798), último rey de Polonia, en su reciente libro El amante polaco, en el que aborda no sólo los dolores que se acumulan a lo largo de la vida, sino las pasiones que la convirtieron en la gran periodista que es.
‘‘Ya es hora de escribir sobre esto, cada vez estoy más cerca de la despedida”, dice Elena, sin drama, incluso a manera de broma a propósito de uno de los pasajes que incluye en esta obra: las circunstancias en las que se convirtió en madre soltera.
‘‘En cierta forma este libro es una despedida”, reitera en entrevista la colaboradora de La Jornada, ‘‘sobre todo es una información que le debo a mis hijos y a todas las personas con las que he caminado a lo largo de mis casi 88 años, porque además hay gente que se me ha ido muriendo inesperadamente; por ejemplo, José Emilio Pacheco, fue una pérdida tan sorpresiva, me dejó turulata.
‘‘Luego la muerte de Carlos Monsiváis, tampoco me la esperaba. También me dolió muchísimo la muerte, siento que prematura, de Carlos Fuentes, porque fue, al igual que Octavio Paz, un hombre puente, que nos unió a Europa y con el resto de América Latina, y habló de México en muchas universidades de mundo, fue un gran divulgador.
‘‘En este libro hablo de él; lo quise mucho; al igual que a Rosario Castellanos, me pareció tan injusto cómo murió, solita en Israel, nadie sabe exactamente cómo. Cuando Rosario aceptaba venir a comer a mi casa me parecía que venía la virgen de Guadalupe”, afirma Elena entre carcajadas y a manera de disculpa por sus palabras dice: ‘‘soy muy pasional y muy loca”.
Poniatowska. premio Cervantes, cuenta en El amante... detalles de la relación que tuvo con un personaje al que en la novela llama El Maestro, padre de su primer hijo, convencida no tanto en la reconciliación con los demonios, pero sí en la capacidad de la literatura para ‘‘convertir los demonios en ángeles. Tengo esa tendencia. Mis propios hijos me dicen que sigo teniendo esa ingenuidad.
‘‘En este libro participó mucho mi hijo mayor, Mane, porque no podía escribir esta historia sin consultarlo y que fuera para él un libro de gran respeto, porque además le tengo una enorme admiración porque es un científico reconocido, físico, un hombre de izquierda que se preocupa por lo demás. Le di a leer la novela a Mane y le pareció muy bien. Ese tema es el meollo de todo el libro.”
En su texto, la autora recuerda que El Maestro alguna vez le dijo que era un pavorreal que se fue a meter a un gallinero; ‘‘ese pavorreal se ha convertido en una persona de casi 88 años, que sigue trabajando, que sigue produciendo y lo hará hasta que el cuerpo aguante”, señala Elena.
Añade que nunca había hablado de ese pasado, ‘‘ni de mi familia de Polonia o París. Pero ahí está esa herencia también, la de Poniatowski, un hombre que sufrió muchísimo, rey depuesto, amante de Catalina la Grande; ese fue su gran mérito y es horrible que sólo se le conozca por su relación con la emperatriz. Pero tuvo un gran deseo de salvar a Polonia, aunque fue muy difícil que lo lograra”.
Ser periodista y caminar sobre el filo de la navaja
Publicado por Seix Barral, en la portada de El amante polaco se indica que se trata del libro uno, habrá una segunda parte que se centrará más en la política de México, a través de los ojos de Poniatowska, quien hoy afirma: ‘‘Soy totalmente lopezobradorista, así que me hace mucha ilusión poder vivir en esta época; siento que es un gran regalo. Ojalá y todo salga bien, que salga adelante, que se cumpla”.
En el libro, la autora narra también cómo se inició en la que es la más grande de sus pasiones, el periodismo, a través del cual, añade, ‘‘aprendí mucho de mi país, México, porque tenía una vida súper francesa. Tuve maestros insuperables, tan generosos; me recibía Alfonso Reyes, Paz, hasta Dolores del Río, y me contaban sus historias.
‘‘El periodismo es una aspiradora, todo lo absorbe, y soy ante todo una reportera; ahora ya no tanto por viejita, pero en 1953, cuando me inicié, iba a todos lados con mi libreta. Había pocas mujeres periodistas y supongo que eso caía en gracia, pues iba toda curiosa con los grandes. Me gustó muchísimo.
‘‘Es cierto que había muchos riesgos; las mujeres caminaban sobre el filo de la navaja, pues lo único que importaba de ellas era si estaban bonitas. Decían ‘si va a venir una periodista, manden a la güerita’, que era yo.
‘‘Las mujeres éramos un objetito, un muñeco. Por fortuna también en esa época hubo muchas mujeres que se hicieron universitarias. Lamento no haber podido hacerlo e ir a la universidad.
‘‘A mi me salvó el escribir, pero también me ha dado muchas culpabilidades porque siempre pienso que no fui suficientemente una buena mamá o que no dediqué tiempo a los amigos, porque la escritura es esclavizante. La relación máxima es con los instrumentos de trabajo, con la máquina de escribir o la computadora. Pero mis hijos me dicen que ya por favor, que ya deje de decir esto, que ya lo oyeron 20 veces.”
Elena Poniatowska promete que en la segunda parte de El amante polaco ‘‘no voy a hablar de mis libros porque ahí están ya publicados. No tiene caso mencionar La noche de Tlatelolco o el terremoto del 85 ahí están los textos; no me voy a refritear para hacer una inmensa garnacha”
El libro El amante polaco será presentado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara el miércoles 4 de diciembre a las 20 horas. Participarán el periodista Javier Aranda Luna y la autora.