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Evo en la capital
E

l ex presidente de Bolivia Evo Morales fue designado por el gobierno de la Ciudad de México huésped distinguido. Huésped es quien se hospeda en casa ajena, el que llega de otro lado y encuentra acogida, es recibido por el propietario y eventualmente, como este caso, arriba perseguido o amenazado por sus enemigos políticos y recibe a su llegada protección y hogar. En la tradición católica hay una costumbre, quizás conservada de manera más firme de lo que pensamos: la de dar posada, recibir a los que llegan de otro lado. Más de una vez, especialmente entre los habitantes del Centro Histórico, he oído decir que aquí, en nuestra ciudad capital, a nadie le falta un rincón donde dormir y algo que comer; en efecto, nuestra ciudad tiene fama de hospitalaria.

Entre las obras de misericordia que se enseñaban a los niños del catecismo, que son 14, unas tienen más vigencia que otras, aunque cada vez son menos los que recuerdan su origen; junto a dar de comer al hambriento y de beber al sediento, está dar posada al peregrino. Hay una más que recuerdo de memoria y cuyo ejercicio a veces molesta: dar consejo al que lo ha de menester.

El rasgo de la doctora Claudia Sheinbaum para con el ex presidente de Bolivia fue oportuno y atinado. Lo recibió como asilado político y como defensor de causas sociales, como luchador por la justicia social y también como jefe de gobierno de un país amigo que fue depuesto por un golpe militar; pareciera natural, por tanto, reconocerlo como un visitante distinguido sin ningún problema; sin embargo, los críticos de los gobiernos federal y local de la Cuarta Transformación tienen como leitmotiv encontrar, venga o no al caso, motivos para atacar y denostar; son, según una expresión popular, buscadores de prietitos en el arroz.

Muy bien explicó la secretaria de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez, que la medalla y la distinción conferidas son similares a las que se han dado a otras muchas personalidades del mundo político, científico o cultural. Se ha recordado también que con motivo de los sismos de 2017 fue el gobierno de Bolivia, encabezado por Morales, el primero que envió ayuda humanitaria para paliar los daños; parece una mezquindad criticar la declaración de huésped distinguido que en nada perjudica ni ofende y es un gesto de solidaridad con un buen gobernante en desgracia.

Es importante recodar que la Constitución local, que recientemente entró en vigor, define a nuestra entidad como de naturaleza intercultural, pluriétnica, plurilingüe y pluricultural, y en el artículo segundo apartado tres expresa textualmente: La Ciudad de México es un espacio abierto a las personas internamente desplazadas y a las personas extranjeras a quienes el Estado mexicano les ha reconocido su condición de refugiado u otorgado asilo político o la protección complementaria.

Quienes han participado en el debate que se da por las redes y en los medios de comunicación han recordado que Bolivia, en los 13 años de gobierno encabezado por nuestro huésped distinguido, abatió el analfabetismo hasta dejarlo en cero, disminuyó drásticamente los índices de pobreza y se colocó como país de mayor crecimiento en el lustro pasado en América Latina; son evidentes los méritos para considerarlo distinguido, recibirlo en el Palacio del Ayuntamiento y las razones jurídicas para hacerlo no son pocas ni banales.

La política exterior mexicana se ha distinguido por los valores que dan base a las acciones de asilo político que ha practicado; el artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos enumera los principios que la rigen: la no intervención, la solución pacífica de controversias, la proscripción de la amenaza o del uso de la fuerza y la protección y promoción de los derechos humanos; de eso se trata en el caso del ex presidente boliviano y de eso debemos enorgullecernos los capitalinos.