Recurrente crisis
oldavia, cuyo destino parece ser sufrir los estragos que causa la pugna interminable de políticos que se suceden en el poder –enfrentados quienes buscan un mayor acercamiento con Rusia y los que, por el contrario, tienden a estrechar vínculos con la Unión Europea, sin hablar ya de aquellos que aspiran a la unificación con Rumania o los otros que se someten sin más a la voluntad de Estados Unidos–, vuelve a estar sin gobierno.
La extraña fórmula de compromiso –la alianza coyuntural de un partido centrista pro europeo (ACUM) con el partido socialista (PS) pro ruso– que permitió superar la anterior parálisis, el pasado junio, después de tres meses de infructuosas negociaciones para conseguir la requerida coalición mayoritaria en el Parlamento, se desintegró esta semana antes de cumplir cinco meses.
La fallida coalición –apoyada como solución de emergencia por Rusia, la UE y EU– se creó para forzar la caída del gobierno del partido democrático (PD), creado por y para el magnate Vladimir Plahotniuc. Ahora, paradojas de la política moldava, los votos del PD sirvieron para aprobar el voto de censura promovido por el PS contra la primera ministra Maia Sandu, líder del ACUM.
Las divergencias sobre el nombramiento del fiscal general, mediante una iniciativa de ley no consensuada, sirvieron de pretexto para la ruptura, que estaba cantada desde que el partido socialista, del presidente Igor Dodon, considerado más proclive a alinearse con Rusia, y el partido europeísta de Sandu, comenzaron a jalar la sábana de la política moldava hacia su lado, destapando lo que se pretendía ocultar: un entendimiento imposible.
De acuerdo con la ley, el PS de Dodon dispone de 45 días para intentar configurar una nueva mayoría parlamentaria y, para ello, necesita 16 votos adicionales para alcanzar los 51 diputados indispensables, logrando la mayoría que haría posible formar gobierno. De fracasar en el intento, habrá convocatoria para nuevas elecciones, lo cual además implica un gasto que no se puede permitir el país más pobre de Europa.
Para conseguir los votos que le faltan, Dodon tiene que convencer a la UE y EU de que un gobierno del PS cumplirá las condiciones que le impongan, y a Rusia, de que no piensa distanciarse. Una tarea nada fácil, mientras Moldavia se hunde en su crisis recurrente.