Opinión
Ver día anteriorMiércoles 13 de noviembre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El sínodo amazónico y el acecho cismático
E

l Sínodo para la Amazonía representó un laboratorio de propuestas e iniciativas refrescantes para una Iglesia católica cuesta abajo. Un sector de la institución prisionero en sus propias inercias y escándalos amenaza la fractura con el Papa y opta por la actitud cismática. En cambio, los padres sinodales para la Amazonía con arrojo presentan propuestas innovadoras que podrían tener repercusiones en el futuro perfil de la Iglesia católica. Son cinco planteamientos que representarían cambios significativos: 1. La ordenación de curas casados; 2. Ordenación de mujeres diaconisas; 3. Incorporación de ritos religiosos amazónicos; 4. Opción estructural por la defensa de la Tierra y la ecología integral. 5. Una Iglesia misionera en perspectiva de inculturación.

Los 185 obispos que participaron en el Sínodo para la Amazonía votaron un documento desigual pero valioso. La reunión fue alentada por las recomendaciones y actitudes aportadas por el propio Francisco. Éste animó y demandó búsquedas de nuevos derroteros. De ahí que el sínodo sea a imagen y semejanza del pontificado actual. La derecha conservadora católica a nivel internacional ha levantado numerosas críticas de herejía y supuestas disonancias a la tradición de la Iglesia. Cuestionan que se exalta el paganismo y animismo en demérito del catolicismo. En franca rebeldía, acusan de sacrilegio al papa Francisco. El polémico Cardenal Raymond Burke festejó el delito del joven que hurtó la deidad incaica Pachamama para arrojarla al río Tíber. La insurrección conservadora crece en tono y obstinación. Sin embargo, no amedrenta la ruta de Francisco, quien ha tenido la habilidad de llevar los numerosos problemas sociales, religiosos y pastorales de la Amazonía al corazón de la catolicidad en Roma. De la periferia al centro, con la tentativa de universalizar las particulares circunstancias de un territorio explotado. El arresto de Francisco es mostrar que la mayoría de la catolicidad ya no está en Europa y las realidades locales enfrentan retos desconocidos y hasta despreciados por el centro. El Papa refrenda una Iglesia en salida y misionera, propone para la Amazonía una Iglesia con rostro indígena, campesino y afrodescendiente. Francisco resignifica la llamada inculturación, la deseuropeíza y la despoja de una concepción paternalista y hasta colonialista. El pontífice, en cambio, invita a auscultar el diagnóstico y las propuestas de las iglesias y actores locales. Se coloca como el Papa de la inclusión y escucha.

La Iglesia de Francisco abraza la ecología. Se conecta con las demandas de la actual generación de jóvenes. Los padres sinodales llaman a contener la depredación y efectos devastadores de las industrias transnacionales extractivas de minerales, petróleo, energía, madera y agua. El sínodo enfatizó los derechos humanos de los tres millones de indígenas que habitan dichas regiones en condiciones infrahumanas cuyas culturas son despreciadas.

El Sínodo para la Amazonía da forma a viejas demandas como la propuesta de ordenación de casados; si bien se circunscribe a la zona panamazónica, puede ser germen universalizable. Esto ha causado escozor entre los conservadores y aprovechan para ensanchar su catálogo beligerante de reproches contra el Papa; sin embargo, este será también uno de los asuntos del sínodo alemán que inició hace unos días, y se ensambla con argumentos y circunstancias europeas diferentes al amazónico. En Alemania existen grupos, los obispos y laicos que promueven el cambio de la moral sexual de la Iglesia, una mayor participación de las mujeres y la aprobación de parejas homosexuales.

Sobre la mujer, el sínodo fue tibio –al menos en el documento– en solicitar la ordenación de diaconisas mujeres. Siendo la región panamazónica que es soportada pastoralmente en un 60 por ciento por mujeres.

Con generosidad de espíritu, Francisco se abre a la renovación y al respeto a las diversas culturas. Sin embargo, enfrenta el desacato de actores religiosos tradicionalistas. En México es el caso del sacerdote Hugo Valdemar, vocero del cardenal Norberto Rivera, quien hace una lectura torcida del sínodo y de los mensajes de Francisco. Con falta de tacto, quemó en acto pararreligioso el Pachamama, la figura andina emblemática de la Madre Tierra, diciendo: En reparación por la adoración de ídolos en el Vaticano. Parece que Valdemar desprecia las culturas originarias, se erige en Santa Inquisición y se suma a la rebeldía contra el Papa. La severa respuesta viene del propio Francisco en su mensaje final del sínodo, encara a los conservadores sentenciando: No se encierren en cuestiones intraeclesiásticas, yendo a la cosita y olvidándose de la cosa. El Papa retó citando una frase del filósofo francés Charles Péguy: Porque no tienen el coraje de estar con el mundo, ellos se creen de estar con Dios. Porque no tienen el arrojo de comprometerse en las opciones de vida del hombre, creen luchar por Dios. Porque no aman a ninguno, solo creen amar a Dios. En todo caso y por si las dudas, la SEP y el INAH deberían tener cuidado para que el padre Hugo Valdemar no se acerque el Museo Nacional de Antropología, es peligroso.