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Raquel Padilla, maestra yoowe
H

asta el territorio estuvo triste hoy. Está nublado. Es muy extraño. Aquí siempre hay sol, explican las mujeres de la tribu yaqui en Sonora.

María del Carmen García –una de las principales defensoras del territorio yaqui– vive en Loma de Bácum, uno de los ocho pueblos tradicionales de la tribu. Y relata la importancia del trabajo que la antropóloga e historiadora Raquel Padilla hizo para la defensa de los derechos territoriales y la restitución de la memoria del pueblo yoeme, como el pueblo yaqui se nombra a sí mismo.

Ella nos abrió los ojos: que ni el racismo ni el machismo nos impidan seguir en esta lucha por el territorio.

Raquel Padilla fue asesinada el 7 de noviembre en su casa de Ures, Sonora. De acuerdo con la fiscalía estatal y diversos apuntes de prensa, su pareja sentimental, el músico yaqui Juan Armando Rodríguez Castro, la habría atacado con un arma blanca, por lo que se investiga como feminicidio.

El homicidio de Padilla conmocionó al mundo académico y activista de México. Las denuncias feministas, el lamento del INAH, incluso de sectores gubernamentales, son muestra de la importancia de su trabajo en la recuperación y la difusión de la cultura yaqui.

Padilla estudió su licenciatura en ciencias antropológicas, con especialidad en historia y maestría en ciencias antropológicas en la Universidad Autónoma de Yucatán, estado de destino de miles de yaquis deportados durante la dictadura de Porfirio Díaz. Al regresar a Sonora se volvió especialista en este periodo.

Su trabajo tuvo como eje el despojo, la estigmatización, negación de ciudadanía, persecución, deportación, esclavización y asesinato de los pueblos yaquis, aunque, sobre todo, documentó sus insurrecciones, luchas, reorganizaciones, esfuerzos y estrategias para conservar su integridad territorial y cultural.

El trabajo más importante de Raquel es sobre la deportación de los yaquis. Ella era reconocida por ello y por dar cuenta de la resistencia de este pueblo, porque casi desaparece en la época por-firista, pero se reagrupa y con la restitución de (Lázaro) Cárdenas, vuelve a ser un grupo fuerte, político, militar, cultural, recuerda su mejor amigo y colega investigador José Luis Moctezuma Zamarrón.

Para las mujeres de Loma de Bácum, el pueblo yaqui que resiste poniendo el cuerpo a un gasoducto impuesto por el gobierno, Raquel ya es una yoowe, –o ancestra, en yoeme– por todo lo que compartió con los ocho pueblos, la historia que recuperó y narró en las escuelas, en las plazas y enramadas tradicionales de todos ellos.

María del Carmen recuerda que Raquel llegaba a Loma de Bácum con mucho respeto, con sus faldas bordadas, blusa, rebozo: ella llegaba así porque era una integrante más. Ya no se les hacía raro verla.

Cuando dio la primera plática de la deportación de nuestra tribu, ahí es donde la gente le empezó a tomar camino, recuerda María del Carmen: no sabíamos que valíamos tanto como ella nos lo hacía sentir. Llegaba, te abrazaba, te hacía sentir orgullosa de ser yaqui.

El trabajo de Padilla no se quedaba en lo ocurrido hace un siglo. José Luis Moctezuma Zamarrón relata que realizó junto con Raquel Padilla uno de los peritajes más relevantes en la historia de los movimientos en defensa del territorio en México: el impacto sociocultural del Acueducto Independencia en los ocho pueblos de la tribu yaqui. El peritaje es un referente en todo el país.

Ella visitaba en la prisión de máxima seguridad de Sonora a Mario Luna y Fernando Jiménez, voceros yaquis detenidos durante la lucha contra el acueducto. Recientemente acompañaba la lucha contra el gasoducto impuesto y exigió la liberación de Fidencio Aldama.

Un día estaba en un lugar, al otro en otro y otro, en campo, en los medios, en las redes, con un activismo impresionante, asegura Moctezuma Zamarrón, quien relata que, a pesar de diversas amenazas en su contra, ella nunca dudó de su posición.

Raquel Padilla fue acusada muchas veces de intromisión en cuestiones internas por integrantes de la tribu afines al gobierno estatal. Ella siempre fue clara: yo sólo señalo dónde hay problemas, toca al interior de la tribu resolverlos.

Doctora en etnología por la Facultad de Humanidades de la Universidad de Hamburgo, comenzaba sus años más productivos en la academia. Escribió más de 30 artículos especializados en la tribu yaqui, y libros como Los irredentos parias, Los yaquis, Madero y Pino Suárez en las elecciones de Yucatán y Los partes fragmentados: narrativas de la guerra y la deportación yaqui.

Ayer sus colegas del INAH le rindieron homenaje en el patio central del Museo Regional de Sonora. Ahí, un maestro rezandero, las cantoras, cuatro madrinas y cuatro padrinos de la tribu yaqui realizaron una ceremonia especial y, además, danzas de matachines.

Sus alumnos cuentan: para las mujeres del salón era una heroína: todo se puede, puedes ser una madre profesional, intelectual, serlo todo, no hay barreras. Era un sueño ver cómo podía lograrlo, expresa Anahí Gonzalez.

María del Carmen recuerda que Raquel siempre les insistía: hay que convencer a los hombres que la lucha esa su lado. Y asevera: “Yo sé que su espí-ritu se quedó con nosotros. Ella va seguir luchando al lado de nosotros. Ella ya es una ancestra yoowe que lucha con nosotros. Ella es una yaqui más para nosotros. Pido a mis ancestros que la lleven por el camino que ella ha querido siempre”.

*Periodista.

**Cronista.