arias naciones latinoamericanas que apreciamos y con las que hemos tenido amistad, se encuentran en una evolución favorable o en efervescencia política intensa.
El presidente Andrés Manuel López Obrador recibió el pasado 17 de octubre a Miguel Díaz Canel, mandatario de Cuba y al recientemente electo presidente en Argentina, Alberto Fernández. Con ambos países se espera un interesante convenio comercial.
Cuba resiste, nuevamente, a las amenazas del gobierno de Donald Trump, no obstante la votación reciente a favor de terminar el bloqueo económico, financiero y comercial que han sostenido todos los gobiernos de Estados Unidos en contra de esa nación.
La votación fue de 187 países en favor de terminar con el bloqueo, contra los sufragios de Estados Unidos, Israel y Brasil. Sorprendentemente se abstuvo Colombia y Ucrania tampoco votó. El bloqueo es un ejemplo de la violación de los derechos humanos y de la normativa internacional.
En tanto, en Bolivia el presidente Evo Morales ganó nuevamente el pasado 20 de octubre la elección presidencial, pero enfrenta ataques que han hecho que en varias zonas del país se presenten violentas manifestaciones en rechazo a los resultados en las urnas. Sin embargo, la relección es legal. El presidente Morales ha declarado que las manifestaciones violentas son organizadas por la derecha de su nación.
“El mandatario de la tierra del tango (Alberto Fernández) instó a la comunidad in-ternacional a reconocer el triunfo del líder indígena, quien, considera, es el único
presidente que ha logrado cambiar la estructura económica de Bolivia para bien de la población”.
En Brasil, por otra parte, el presidente Jair Bolsonaro rechazó saludar el triunfo del presidente electo de Argentina, Alberto Fernández. Con esta actitud se aisla de una futura convergencia de los países latinoamericanos que han optado por el camino antineoliberal.
Bolsonaro enfrenta, también, para su descontento, el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva. Diversos luchadores sociales hicieron un llamado para celebrar masivamente ayer la libertad incondicional del militante del Partido del Trabajo brasileño.
El propio Lula ha manifestado su preocupación por el fascismo de Bolsonaro. Se teme que inicie agresiones en contra del nuevo gobierno argentino, intentando desestabilizar a la nación vecina.
Por otro lado, se halla en convulsión total el gobierno de Sebastián Piñera en Chile. Lejos de solucionar el descontento de su pueblo, ha anunciado mayores medidas represoras para el control del orden público
de las manifestaciones populares que han tomado las calles de varias ciudades del país.
En tanto, aunque Venezuela sigue amenazada por el gobierno de Trump, ha dejado de ser el conflicto central de América Latina. El presidente Nicolás Maduro continúa con la lucha interna contra la derecha de su nación, pero también, continúa con sus programas de beneficio social.
Maduro declaró que, tanto el presidente de México, como el recientemente electo deArgentina, jugarán un papel clave en la articulación de la nueva unión de América Latina y el Caribe
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Se vislumbra una nueva etapa de convenios comerciales, entre los países que, debido a sus gobiernos neoliberales anteriores, estuvieron distanciados. Así lo podemos ver en las declaraciones del próximo mandatario de Argentina con relación a su encuentro con el presidente López Obrador: hablamos de la necesidad de profundizar el vínculo económico y político, de los planes desarrollados en México para jóvenes que no trabajan y no estudian y ver cómo podemos proyectarlos en Argentina, hablamos de fortalecer nuestra relación en materia automotriz, en autopartes, en materia de carnes y producciones locales que tiene Argentina
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Fernández también declaró que el triunfo de López Obrador es una oportunidad para revisar el pasado reciente de América Latina para conocer el origen del empobrecimiento y deterioro social de los pueblos de la región.