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Advierten mayor desigualdad con la cuarta revolución industrial

Automatización reduce fuentes de trabajo y exige nuevas habilidades laborales

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▲ Algunos expertos prevén la sustitución hasta de 60% de trabajos.Foto Yazmín Ortega
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de noviembre de 2019, p. 14

Frente a la transición laboral que impone la llamada cuarta revolución industrial, la prioridad debe ser cuidar del trabajador del futuro y no del empleo del pasado, afirmó Rebeca Grynspan, titular de la Secretaría General Iberoamericana (Segib).

Destacó que los cambios tecnológicos están generando nuevas fuentes laborales, que exigen diferentes habilidades a los trabajadores. Y advirtió: debemos tomar medidas para que estos cambios no vayan aparejados con un sufrimiento humano enorme, como ocurrió en otras ocasiones.

Al presentar ante expertos de El Colegio de México (Colmex) las principales conclusiones del informe Trabajar para un futuro más prometedor, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), destacó que hay múltiples desafíos que atender, entre ellos, las altas tasas de empleo informal, principalmente en América Latina, donde cinco de cada 10 trabajadores no tienen seguridad social.

Existe una brecha entre empleos permanentes y temporales que afecta principalmente a los jóvenes. Una transición laboral desprotegida, enfatizó, genera pobreza e incapacidad de reinserción en los nuevos mercados.

En el encuentro, al que asistió Silvia Giorguli, presidenta del Colmex e investigadores de diversas casas de estudio, Grynspan explicó que a escala global, los especialistas que analizan los efectos de las innovaciones tecnológicas en el campo laboral “están divididos en tres:

Por un lado, los pesimistas-catastrofistas, quienes aseguran que entre 47 y 60 por ciento de los puestos laborales serán sustituidos. Escenario que sería altamente preocupante, pues supone que todo trabajo compuesto de tareas automatizables será remplazado.

Hay un segundo grupo, indicó, que tiene una visión más complementaria, donde se subraya que hay habilidades muy importantes que no pueden ser automatizadas, por lo que habrá sustitución de tareas, pero no de un empleo completo.

El tercer grupo es el de los negacionistas, quienes consideran que en el pasado, la primera revolución industrial multiplicó la riqueza y las expectativas de vida, y no hay razón para que esta vez sea diferente, entonces dejemos que se pierdan estos empleos, que vendrán otros mejores.

Sin embargo, alertó que esta revolución industrial no sólo sustituye músculos, sino cerebros, como ocurrió con los empleos ligados a la banca de inversión, que demandaban habilidades altamente especializadas, que hoy puede realizar un robot. Se trata, dijo, de una disrupción mucho más amplia y profunda.

Por ello, urgió a los Estados a reflexionar en torno a nuevas políticas públicas que atiendan los nuevos escenarios laborales, y que garanticen la protección más que del empleo del pasado, del trabajador del futuro, porque no es que enfrentemos el riesgo de un mundo sin empleos, sino que se generen condiciones de mayor desigualdad.

Agregó que debido a la demanda de nuevas habilidades, será central diseñar acciones para fortalecer el aprendizaje continuo de los trabajadores, y agregó que en ciertos campos como salud, educación, cultura y ocio, podría incrementarse la creación de nuevos empleos.

La pregunta es qué medidas tenemos que aplicar para evitar que el mundo sea más desigual, inestable y políticamente más difícil, pero también qué acciones nos deben llevar a aprovechar las oportunidades que conlleva la llamada cuarta revolución industrial, sostuvo.