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¿La fiesta en paz?

Hoy se inicia la temporada grande

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▲ La emocionante pega de Jesús Tejeda, de los Forcados de Teziutlán, al bravo y fuerte toro de Juan Huerta, en la reciente Corrida de la Prensa, en Tlaxcala.Foto Archivo
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oy en punto de las 16:30 horas dará comienzo la temporada grande 2019-20 en la Monumental Plaza de Toros México, ya con 72 años a cuestas, pero tan firme como la tarde de su inauguración, y luego de casi cinco siglos –ojo, señora Sheinbaum y seudolegisladores seudohumanistas– de celebrarse corridas de toros en la ciudad capital, para orgullo de un taurinismo comprometido con la bravura de bestias y de hombres antes que con el edulcorado preciosismo posmoderno.

Partirán plaza el español Antonio Ferrera –Ibiza, pero criado en Extremadura, con 42 años, 22 de alternativa, dos de los cuales tuvo que convalecer de una fractura de codo; por lo menos 40 corridas toreadas en lo que va del año, y triunfador de las plazas de Madrid, Sevilla y México–, y los aguascalentenses Leo Valadez –22 años de edad, dos de matador, con triunfos en su país y en España y 27 tardes este 2019– y José María Hermosillo –22, sólo dos festejos este año, uno en Madrid, y medio centenar en los últimos cuatro–, quien toma la alternativa, para lidiar seis astados de Julián Hamdan, así como el rejoneador luso-andaluz Diego Ventura –37 años, 21 de alternativa y 52 corridas– que enfrentará dos toros de Fernando de la Mora.

Ferrera es todo un caso. Su personal tauromaquia, antes espectacular en el segundo tercio, ha evolucionado hasta volverse casi reflexiva, sorprendida y agradecida de lo que hoy puede hacer delante de los toros. Diestro de búsquedas, hallazgos y desencuentros, siempre tiene el as de la intensidad bajo la manga. Valadez representa el logrado refresco del escalafón mexicano, con un concepto claro del toreo, ahora enriquecido con sus renovadas facultades como banderillero, lo que tanta falta hace entre la torería actual. Ojalá en el caso de Hermosillo puedan más sus promisorios antecedentes que su falta de rodaje y que Ventura repita color como en la apoteósica corrida inaugural de la temporada pasada, con las bravas reses de Enrique Fraga.

Hay momentos de torería excepcional, referente, de lo que debe ser la conjunción de bravuras del toro y el hombre, de entregas recíprocas de una verdad que estremece dada la autenticidad, la técnica y el dramatismo que contienen. En la Corrida de la Prensa organizada del sábado 26 de octubre en la ciudad de Tlaxcala, acudimos a ver un encierro de Piedras Negras que tuvo tres toros de lujo, codiciosos y fijos. Pero abrió plaza Misionero, para rejones, bello, musculoso y pronto, del hierro de Juan Huerta Ortega.

Los Forcados Teziutecos hicieron entonces su aparición con el forcado de cara Jesús Tejeda, delgado, bajo de estatura, enorme de afición, que sereno y convencido citó al toro, dejándose llegar con increíble temple la fuerte embestida y, en el instante previo a ser arrollado, prenderse con hábil firmeza del cuello del burel. Cuando pareció que Tejeda sería lanzado por los aires acudieron por fin las ayudas y la pega fue consumada, junto con ese incomparable encuentro de bravuras que electrizó los tendidos. El milagro tauromáquico se había realizado gracias a la torería de un joven mexicano convencido de que las tradiciones de otros, cuando valen, pueden ser asimiladas y ejecutadas como si fueran propias.

El viernes 8 de noviembre, a las 19:30 horas, en la sede de la Asociación Nacional de Matadores, en Atlanta 133, la agrupación Bravura y Duende invita a un merecido homenaje a la casa ganadera Ernesto Cuevas, que tanto lustre ha dado a la fiesta brava de México. Será valiosa oportunidad de reflexionar en voz alta en torno a la defensa intemporal de la dignidad animal del toro de lidia y sus criadores.