La agrupación presenta hoy en Bellas Artes su nuevo álbum, auspiciado por el fallecido Francisco Toledo
Por eso el género sigue emocionando
, asegura el tenor que clausura hoy el Festival Internacional Cervantino
El grupo de artistas belgas llenó el cielo sobre Los Pastitos de hadas y seres fantásticos
En el libro Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce, su autor Paul B. Preciado impugna las normas políticas y las fronteras, escruta las estructuras sociales establecidas y las pone en jaque en unos textos que tienen la contundencia de la proclama y estimulante radicalidad formal que también cuestiona los límites de lo literario. Es una historia valiente que parte de una experiencia personal para argumentar los fundamentos de una sociedad que excluye la heterodoxia, la problematiza y la convierte en enfermedad. Con autorización de la Editorial Anagrama, La Jornada ofrece a sus lectores un fragmento del texto de Preciado, filósofo y comisario de arte.
Los analistas políticos advierten del inicio de un nuevo ciclo de rebeliones sociales que habría comenzado en 2009 como reacción al colapso de los mercados financieros, el aumento de la deuda pública y las políticas de austeridad. La derecha, compuesta por un no siempre reconciliable enjambre de mánagers, tecnócratas y capitalistas financieros opulentos, pero también de pobres frustrados y monoteístas más o menos desposeídos, oscila entre una lógica futurista que empuja a la máquina bursátil hacia el plusvalor y el repliegue represor hacia el cuerpo social que reafirma la frontera y la filiación familiar como enclaves de soberanía. En la izquierda neocomunista (Slavoj Žižek, Alain Badiou y compañía) se habla del resurgimiento de la política emancipatoria a escala global, de Wall Street a El Cairo pasando por Atenas y Madrid. Los mismos que agitan el espectro del Octubre Rojo anuncian con pesimismo la incapacidad de los movimientos actuales de traducir una pluralidad de demandas en una lucha antagonista organizada. Žižek retoma la frase de William Butler Yeats para resumir su arrogante diagnóstico de la situación: ‘‘Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad.’’ Pero ¿somos acaso los peores? Si es así, la revolución tendrá que ser hecha, una vez más, por los peores.