ivimos tiempos de cambio al que hemos sido convocados por el Presidente, los que sin duda habrán de ser profundamente positivos para nuestro país, luego de las décadas de pobreza y retroceso en las que hemos vivido. Cambios de fondo que habrán de dar lugar a la Cuarta Transformación, propuesta histórica que no tenemos duda habrá de iniciarse en nuestras escuelas, al amparo del esfuerzo de los maestros, que durante el siglo XX tuvieron un rol central en la construcción de México, tiempo antes de que la nación perdiera el rumbo marcado por la Revolución en la Constitución de 1917.
Esta nueva transformación que necesariamente habrá de darse en las aulas, deberá corregir las fallas y errores de la educación actual, que si bien ofrece aspectos positivos importantes, también muestra problemas que deben ser corregidos y sustituidos por ideas acordes con los avances e innovaciones propias de los tiempos en que vivimos. Una falla importante que nos condenó al subdesarrollo y a la dependencia tecnológica, fue la orientación que se dio a los estudiantes a lo largo del siglo XX y aun en las dos primeras décadas del siglo XXI para cursar carreras y especialidades sin tomar en cuenta los acelerados cambios tecnológicos que se preveían o incluso se hacían necesarios para responder al ritmo del desarrollo científico, tecnológico y cultural en el que estamos inmersos.
Para muchos lectores el cambio que aquí propongo les parecerá entre romántico y absurdo, en cuanto que muchos son los casos de estudiantes que, habiendo estudiado en campos de tecnología de punta, sólo han terminado siendo parte de la enorme fuga de cerebros que hemos padecido en décadas recientes, tal como le sucedió a India, a Japón, China, e incluso a otros países asiáticos hace 30 o 40 años. Sin embargo, para ellos esto es ya historia, pues gracias a sus programas de formación de aquellos años, hoy compiten exitosamente con Estados Unidos y Europa, desplazándolos incluso a escala mundial, no sólo en los campos de la industria aeroespacial, robótica y nuevas tecnologías digitales y de dispositivos móviles, sino también en biología, medicina, ciencias sociales, administración y en las artes, tal como hoy podemos constatar en los campos de la cinematográfica, la música y la literatura, a través de Netflix y YouTube.
Los retos que habrá de enfrentar el sistema educativo actual, luego del retroceso causado por la irresponsable reforma política
del gobierno de Peña Nieto, no son menores, pero tampoco insalvables, a condición de que los maestros de todos los subsistemas que conforman el sistema educativo nacional, se unan a la convocatoria del Presidente, participando con entusiasmo, como lo hicieron en los tiempos de los grandes educadores como José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Víctor Bravo Ahuja y Fernando Solana. En los tiempos actuales, proyectos educativos de excelencia diseñados e instrumentados en los países más avanzados del planeta están teniendo un alto grado de aceptación en muchas escuelas mexicanas (Proyecto Steam, orientado a integrar los conocimientos segmentados de Science, Technology, Engineering, Arts y Mathematics) y (Proyecto Makers –Hacedores–, orientados al aprendizaje a través del trabajo manual en equipo). No hay razón alguna para que estos proyectos no formen parte de la transformación educativa en ciernes. Punto y aparte.
Cada vez que tengo necesidad de volar a algún lugar de la República, me invade un pensamiento de frustración y enojo al enfrentarme con los abusos y malos tratos de las compañías de aviación hacia sus pasajeros. Lo que me sucedió la semana pasada al viajar a la ciudad de Guadalajara no fue una excepción. Hace pocos años uno podía volar con una maleta razonable, con una muda de ropa, y un conjunto de enseres de aseo personal. Hoy esto es historia, una maleta de estas dimensiones, transportada como equipaje implica cerca de 500 pesos, mientras que el costo del pasaje puede variar cientos o miles de pesos, dependiendo del día de la semana y la hora de vuelo seleccionada. Asismismo, los precios del pasaje aumentan prácticamente cada día y en algunos casos cada hora. Si esto sucediese con las tortillas o el jitomate, ello nos indicaría que la economía de la nación estuviese en crisis. Adicionalmente, el hecho de forzar a los usuarios a pagar el servicio en forma adelantada, constituye un abuso más, en tanto, las empresas no están obligadas a pagar intereses por ese pago adelantado, mientras que los compradores sí deben pagar tasas de interés por lo general de varios puntos mensuales, cuando los pasajes se compran utilizando tarjetas bancarias de crédito.
Si bien estos tratos son abusivos, distan de ser los únicos, la distribución de alimentos en vuelos con duraciones mayores a dos horas, las pérdidas de equipaje, los vuelos sobrevendidos, así como las cancelaciones de vuelos por escasos pasajeros, son prácticas utilizadas por las compañías que generan pérdidas y problemas al por mayor para los usuarios. En lo personal considero que la mayor parte de estos problemas se deben tanto a la colusión de altos funcionarios de gobierno con las empresas de aviación (como lo fue la quiebra de Mexicana de Aviación), como a los pagos que de ellas han recibido los diputados a cambio de la aprobación de leyes y reglamentos que afectan a la población. ¿Qué opinarían los lectores al respecto?
*Director del ILCE.