ara quienes no conocen a detalle lo que ocurre en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), puede servir como referente extremo la tesis que sostiene la revista electrónica Carabina 30-30 (https://www.30-30.com.mx/ rector-destituido-por-movimiento- democratico/). Según ese artículo, el mundo idílico que la UACM vivió con el rector Enrique Dussel, fue sustituido en 2014 por la acción de una banda de ladrones cuyo propósito fundamental fue saquear a la institución universitaria para asegurar el triunfo electoral de Morena: La UACM fue sometida a una amplia corrupción, a una despiadada extracción y robo de sus recursos por esta facción de Morena
, la que luego llama la facción de Bertha Luján
(y, por supuesto, se recuerda que es aspirante a la presidencia de Morena), y agrega que esos recursos irían “a los bolsillos de líderes de Morena y/o a sus cochinitos” para financiar campañas electorales”. Y concluye el artículo diciendo que lo de la UACM revela que integrantes prominentes del nuevo partido oficial, Morena, están implicados en actos de corrupción...
Y ya está, con este artificio absurdo y falso, de repente se explica ya toda la problemática de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y se la coloca en el horizonte de una agenda política extra universitaria de un partido político. Con esto, acentuar el conflicto y la crisis que ya sufre la universidad sirve al propósito de mostrar la inoperancia y perversión a que llega un proyecto universitario originalmente impulsado por Andrés Manuel López Obrador.
Las citas son de un artículo de la Revista 30-30, órgano del Partido Obrero Socialista (POS), y cuyo autor es uno de los dirigentes, pero, además, hay una relación cercana de esa agrupación con integrantes de la Comisión de Hacienda del Consejo Universitario de la UACM. Y es precisamente con la información generada por esa instancia que se teje la argumentación. Así, asegura que el rector Hugo Aboites y sus cómplices le hincaron los dientes a las finanzas y recursos de la UACM
. Pero no parte de lo elemental y primero, que sería mostrar dónde y con qué montos, de qué manera destinó los recursos. Nada se menciona. Tampoco repara en que es el Consejo Universitario, no el rector, el que nombra a sus supuestos cómplices
. Así, el rector presenta la terna correspondiente (que en ocasiones se ha rechazado) y el Consejo Universitario elige abogado general, y tesorero y ratifica al titular de la Secretaría General. Pero además, es el Consejo Universitario el que nombra a la Comisión de Hacienda que tiene a su cargo la intervención directa y constante en el uso de los recursos. De hecho, durante la gestión (2014-2018) hubo tres distintas legislaturas del Consejo Universitario y otras tantas comisiones de Hacienda quienes tuvieron a su cargo la supervisión y decisiones sobre el uso de los recursos. Con tantos involucrados resulta irreal la escena de una banda hincando el diente a discreción. Tampoco el rector puede designar
a su sucesor como se dice en el artículo, pues absolutamente todo el proceso lo define y opera el Consejo Universitario con base en el Reglamento de Procesos Electorales y el Estatuto General Orgánico. El autor cita, además, acríticamente un informe de la actual Comisión de Hacienda (6/6/2019) donde se habla de 38 violaciones
a la ley federal y local de construcciones, pero es malintencionado porque se basa en un Informe de Obras posterior a nuestra administración donde no habla de violaciones sino de 37 hallazgos y deficiencias
(como falta de comunicación
). Cita auditorías que no son favorables a la UACM, pero el artículo omite (porque también lo hace la Comisión de Hacienda) decir que son problemas que desde hace tiempo, por lo menos desde 2013, ya estaban presentes.
En los casi 20 años de la UACM de las cinco administraciones (rectorías) la nuestra, 2014-2018, ha sido la única que pudo comenzar y terminar en tiempo y forma el periodo en los términos definidos por el Estatuto. Ayudó muchísimo a la estabilidad que los distintos grupos internos pudieran llegar al acuerdo de tener una elección con base en la más estricta legalidad. Con esa base y un buen equipo, la UACM pudo aumentar su legislación, matrícula, titulados, recursos, edificios, una sede más y, pese a tardanzas y problemas, construir y dar mantenimiento a una infraestructura que estaba muy deteriorada. Se pudo, además, cerrar el paso al ingreso de estudiantes recomendados
, clausurar la práctica de que dieran clases quienes no eran profesores, y evitar el otorgamiento de títulos de carreras inexistentes en la UACM a personas no inscritas en la institución.
Se persigue y acusa de irregularidades –sin pruebas– a quienes estuvimos en aquella administración 2014-2018, pero no se necesita probar que lo que hoy se vive es grave. Desde mayo no hay rector y sólo se contempla elegir a uno hasta febrero 2020. Y no es claro si será conveniente, pues según el Estatuto Orgánico y para no prolongar la situación, tocaría nombrar a un interino/a. Pero existen intereses. Así, sin acuerdos, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México está en crisis y, por eso, vulnerable a cualquier manipulación política.
*Ex rector UACM