Sábado 26 de octubre de 2019, p. a16
Sinónimo de noche: la trompeta de Miles Davis.
Oscura y de acero, la noche; sedosa y acerina, brillante y metálica. Luminosa.
La noche es un misterio.
Nos ocupa ahora la magia de Miles Davis (1926-1991), su trompeta. Y un inédito: Rubberband, el disco perdido de Miles Davis.
Fue grabado en 1985, luego de cinco años de silencio. (‘‘El silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de todos los ruidos”: Miles Davis).
Así, sin hacer mucho ruido, grabó distintos temas engarzados por una frase; ahora su sobrino, Vince Wilburn Jr., su albacea, rescata ese disco perdido, un disco asombroso, construido con una sola frase.
Prodigio.
Una línea de luz en la noche.
Además del rescate del disco perdido de Davis, celebramos los 60 años de una joya discográfica: Kind of Blue, EL disco de autor, género, referencia. Un clásico.
Ese álbum, Kind of blue, es el emblema. Contiene el sonido Miles Davis, esa línea de luz que atraviesa las eras, los ámbitos, confines. Cuando suena la trompeta de Miles Davis el mundo se detiene. Pestañea. Cuando una trompeta está sonando, todos, pero todos, sabemos que es Miles Davis quien está, ojos cerrados, perlada la frente oscura de sudor, atrás de la trompeta de acero y su sordina. Inconfundible el sonido, reconocible a leguas.
Así como el que ve sabe que un óleo puesto en la mira es de Dalí, así el escucha sabe cuando el sonido lo hizo Miles Davis.
Ese es el sonido que anida en el disco que ahora nos ocupa: Rubberband.
The Miles Davis Estate, organización que incluye a los hijos del trompetista, Cheryl y Erin, y al sobrino, Vince Wilburn Jr., decidió publicar este disco que había quedado inédito cuando Miles volvió a la actividad en 1985 luego de cinco años de silencio y drogas. Firmó contrato con el sello Warner.
Fiel a su costumbre, Miles buscaba nuevos horizontes y para Rubberband decidió enarbolar soul y funk. Quería como cantantes a Chaka Khan y Al Jarreau, pero el productor, Tommy Li Puma, consideró que eso no era rentable para la industria del disco. Le llevó a un genio emergente: el bajista Marcus Miller y Miles, experto en descubrir vetas de oro, observó su talento latente y el resultado fue un disco que sí se publicó: Tutu.
Las sesiones que había grabado para Rubberband tuvieron como destino la bodega, de donde tomaron los productores algunos pasajes para Doo-Bop, disco también póstumo.
Fue terminado por los productores originales: Randy Hall y Zane Giles y el sobrino de Miles, Vince Wilburn Jr., quien a su vez es el baterista que grabó con Miles ese disco.
La magia: una frase, solamente una, preñada de misterio, mostrada a través de un velo, una gasa, una masa de aire calcinado.
Esa sola frase atraviesa todo el álbum. Habilita los cambios de ritmo, atmósfera, llena las estancias.
La frase: un clamor de ciervo enamorado, un gemido de sirena, una gota de rocío, el vaho de lluvia contra la ventana.
Las frases con sordina de Miles Davis son como las líneas de Leonardo da Vinci: poderosísimas en su desnudez. Sencillas, magras. Contundentes.
La relación directamente proporcional de la música de Miles Davis con el arte de la pintura está en la misma portada de Rubberband: un óleo de los que durante cinco años, los que duró su silencio en el mundo de la música, pintó para limpiar su cuerpo y su mente de la devastación de las drogas.
Su rutina consistía en unas cinco horas de pintura y otras dos con su trompeta y otro tanto haciendo box, una de sus aficiones.
La característica central de los óleos de Miles Davis, como el primero que se conoció de él, porque la portada de su disco Amandla es uno de sus cuadros, está en su poderosísima vibración.Óleos vibrátiles, como su música con sordina.
El parentesco estilístico con los cuadros de su amigo Basquiat es obvio, no tanto como su filiación con el poder dinamogénico de las obras de Picasso.
Y es que la música de Miles Davis nos lleva siempre a imágenes, sin perder su transparencia como mera materia acusmática. Tiene todas las características, poder y sustancia de toda obra de arte clásico, en el sentido de atemporal, universal. Eso que en Bitches Brew (1970), esa obra maestra de arte total, es una evidencia monumental.
En Rubberband tenemos magia, diversión, colores, muchos colores. Una atmósfera vibrante. Vibrátil.
Otra de las características de la obra de Miles Davis es su don de gambusino, ese talento asombroso de descubrir, a su vez, talentos. Un buen ejemplo es el álbum Kind of Blue: John Coltrane, Bill Evans, Paul Chambers y el resto de la banda que formó Miles Davis, se convirtieron luego en gigantes, como sucedió con Chick Corea, Keith Jarrett, Joe Zawinul y John McLaughlin, entre un ejército de prospectos convertidos en realidad gracias a la generosidad, paciencia y enseñanzas de Miles Davis.
Por cierto, en Rubberband está el estilo que se llevaron a sus respectivas bandas Corea, Zawinul y McLaughlin: los grupos de culto nombrados en su momento Return to Forever, de Chick Corea, Wheater Report, de Joe Zawinul y la fabulosa Mahavishnu Orchestra, de John McLaughlin.
Para realizar Rubberband, Miles Davis convocó a jóvenes que alternarían con las estrellas Chakha Khan y Al Jarreau, quienes nunca llegaron a la cita, pero sí las cantantes Medina Johnson, Lalah Hathaway y Leidisi.
Miles Davis no sólo era un gran descubridor de talentos, creaba estilos y los repartía generosamente. Los donaba.
La publicación de este disco póstumo nos entrega todos esos testimonios. Ah, y también la voz de Miles, cascada, roída, agrietada. Antes del corte 3 lo escuchamos destilar humildad: ‘‘if you don’t mind, we would like to play something for you”.
Queda claro, al terminar de escuchar el disco, que el instinto de Miles Davis lo llevó en esa ocasión, al entrar al estudio para grabar Rubberband, a su interés por la música callejera. Por eso hay harto funk, pero también calypso, muchos aires latinos. Y el soul reinando.
Los coros soul en todo el disco son aluviones de copos de algodón sobre el mar, cortinas de lino navegando en el viento fresco de la tarde, amaneceres.
Y toda la magia Miles: el reino de la noche, sus bordes, sus límites y sus remanentes. Los remanentes de la noche. Su brillo. Su infinito resplandor.
Es por eso, por la magia en este disco y en todos sus discos, que hoy día un sinónimo de la palabra noche es: la trompeta de Miles Davis.