¿Esos libros se venden o sólo están en exposición?, es la singular pregunta que hacen algunas personas que se acercan al módulo 293 de la 19 Feria Internacional del Libro (FIL) del Zócalo, donde se ubica la Librería de Ocasión, que, por primera vez, participa en el encuentro editorial.

Sin embargo, en sentido estricto no es la primera vez que un “librero profesional de viejo” se instala en el Zócalo capitalino.

La Feria del Libro de Ocasión se ha desarrollado por más de 30 años. En la Plaza de la Constitución se efectuó durante casi una década, en abril, con motivo del Día Mundial del Libro, y en noviembre por el Día Nacional del Libro.

La FIL y la Feria del Libro de Ocasión se realizaban en el mismo espacio, hasta que la segunda fue desplazada por la primera, comentó a La Jornada César Sánchez Obregón, coordinador de la Coalición de Libreros.

Posteriormente, la de Ocasión se fue conociendo y consolidando por acompañar a otros encuentros editoriales internacionales realizados en la Ciudad de México, como el del Palacio de Minería.

Una vieja tradición

De tal manera que, como dice nuestro lema: Tan viejo como la Ciudad de México es entre nosotros el oficio de librero; su presencia es una vieja tradición, destacó Sánchez Obregón.

Hoy nos confunden con vendedores ambulantes o con de piratería, lo cual no es así. Nuestra participación en la FIL del Zócalo, por primera vez, por decirlo de alguna manera, se realiza, por un lado, porque no se ha podido articular una nueva Feria de Libro de Viejo en un espacio adecuado; por otro lado, se llegó a un acuerdo sobre todo con la Cámara de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

En el mercado se puede encontrar el libro nuevo y electrónico, pero falta el libro de viejo, para tener una oferta más amplia. Nosotros no competimos, no somos una alternativa, sino un complemento a esa oferta, indicó Sánchez.

En las convocatorias de las ferias del libro, señaló, se invita a las editoriales independientes y a miembros de la Caniem, y claramente después: “no al libro de viejo, ni usado”.

Sin embargo, “se debe reconocer que sólo en las de viejo se pueden encontrar libros que no tiene ni la Caniem. Además de que tenemos clientes y coleccionistas selectos.

A diferencia de lo que decía el maestro Gabriel Zaid, en referencia a que nadie va a emprender una expedición para rescatar un libro en un fondo perdido, con todo respeto, sí hay quien lo hace: los libreros de viejo, quienes ocupan un importante espacio en el mercado.

Quien se acerque al módulo 293 de esta edición 19 de la feria del Zócalo, podrá encontrar, a partir de una curaduría del librero, desde una primera edición de El llano en llamas, de Juan Rulfo, hasta una edición de 1819 y hasta obra de Jean Racine.

Esperemos que sea el inicio de un acercamiento con la Caniem y las nuevas autoridades culturales de la Ciudad de México, concluyó César Sánchez Obregón.