Para Cándida Fernández, directora de Fomento Cultural Banamex, la premisa para la protección de diseños de los pueblos originarios es tratar de ‘‘sumar” voluntades, antes que suprimir el interés.

‘‘Que México inspire y provoque creaciones de diseñadores es un halago; algo positivo. Necesitamos acercarnos a esas fuentes que quieren recrear estos motivos visuales tan ricos de nuestra cultura, para hacerles propuestas positivas”, refirió con motivo de la apertura de la muestra Grandes maestros del arte popular mexicano: Colección Fomento Cultural Banamex, 20 años, en el Palacio de Cultura Citibanamex-Palacio de Iturbide en el Centro Histórico.

‘‘Qué bueno que les encanten los diseños del lugar fulano o zutano; sin embargo, por qué no nos ayudas a hacer unos talleres de capacitación o mejorar la infraestructura de los espacios de trabajo. Incrementar y enriquecer de alguna manera esto, aunque siempre en paralelo con un desarrollo tal vez legal y de capacitación de los mismos artesanos, de lo que son los derechos de autor y lo que podría ser un reconocimiento de marca o denominación de origen o marca colectiva, que es difícil.”

Marca colectiva y defensa de técnicas tradicionales

‘‘Promovemos el nombre y el apellido del artesano –continuó Cándida Fernández–, no obstante siempre decimos es un saber comunitario ancestral. La autoría de ciertas piezas es difícil porque proviene de este saber comunitario. Hemos estudiado algunas fórmulas y posibles salidas; tendría que crearse una figura como una especie de marca colectiva, aunque no en los términos que existe hoy que sólo se defiende la marca, sino con unas reglas de uso y de operación muy estrictas donde se defiendan las materias primas y la técnica tradicional.

‘‘Nada más que la configuración de estas marcas colectivas renovadas tendría que ser muy incluyente porque muchas veces el problema es que un pequeño grupo de la comunidad se apropia de la marca y tampoco la comparte con el resto. Tendría que haber una concientización y capacitación para sumar y para que también en este caso los grandes maestros y los artesanos de las distintas regiones, los poseedores de esta sabiduría tradicional pudieran proteger sus piezas.”

Éste, reiteró, es ‘‘un territorio peligroso porque la línea divisoria entre la propiedad intelectual personal y comunitaria es complicada en el caso de los artesanos’’.