Aspiró a ser reconocido por su legado
Las becas para niños y jóvenes, Iago, CaSa y el centro Manuel Álvarez Bravo, entre otros, sus aportes a la cultura nacional
Viernes 6 de septiembre de 2019, p. 2
El maestro Francisco Toledo dejó instrucciones de que no se le ofrecieran homenajes ni rimbombantes despedidas oficiales. Pidió que se le recordara únicamente por su legado: el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO); el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), abierto en 2006 en San Agustín Etla; el fondo de becas que creó para beneficiar a niños y jóvenes, y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo.
También impulsó el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, el Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca (Pro-Oax), entre otras dependencias. Esas instituciones contribuyeron a la labor de enseñanza y preparación de nuevos valores y se convirtieron en la matriz cultural de Oaxaca.
En 1988 se creó el IAGO para ser sede de puertas abiertas para todo público de la espléndida colección de obra gráfica del artista juchiteco. En ese centro se ha difundido el grabado mediante libros, exposiciones y talleres.
Fundado hace 30 años, el IAGO se ha convertido en un referente en Oaxaca y en la matriz cultural de una ciudad, cuya labor ha propiciado que se abran otros espacios culturales.
En una entrevista con La Jornada, Toledo comentó que el IAGO es un lugar obligado, porque aquí se reúnen conferencistas, hay eventos y música y se exhiben películas, videos, lo que sea
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En sus tres décadas, este instituto ha sido un punto importante para la formación de nuevos valores, pues de ahí han surgido varios artistas e incluso escritores. Esto se debe a su gran acervo, que supera 61 mil ejemplares, además de la Colección Toledo-Instituto Nacional de Bellas Artes, antes llamada José F. Domínguez, integrada por más de 24 mil piezas.
En el IAGO, el maestro Toledo complementó su educación, ya que siempre se le veía leyendo, releyendo y descubriendo los catálogos de las subastas o la colección de grabado.
El IAGO, instalado en una casona del siglo XVIII que el artista habitó durante 10 años, funcionó desde sus inicios como un centro de estudio, cuyo acervo se enriqueció gracias a la devoción del pintor, quien personalmente lo incrementó mediante el intercambio con galerías de dibujos o grabados por libros, encargos de otros países que hizo a sus amigos o simplemente revisando los catálogos de museos por Internet para luego solicitar los volúmenes.
Como testimonio de amor y para compartir el trabajo de muchos años, en 2005 Toledo donó el IAGO al InstitutoNacional de Bellas Artes, que se comprometió a cuidarlo, conservarlo y multiplicarlo. La donación incluyó los dos inmuebles en los que se ubica el IAGO y en el que se resguarda la colección José F. Gómez.
Otros proyectos que partieron del IAGO han sido la Editorial Calamus, abocada principalmente a la poesía, el cineclub El Pochote y el Taller de Papel. Toledo impulsó un sinfín de iniciativas en favor de la cultura y lo hizo siempre con discreción.
El artista juchiteco también benefició a niños y jóvenes con un fondo de becas que creó y mantuvo con recursos propios desde que renunció a la beca que recibía como miembro emérito del Sistema Nacional de Creadores Artísticos.
En 2006 el artista visual y promotor cultural fundó el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), pues tuvo la visión de convertir la otrora fábrica de textil en un espacio de enseñanza artística. Durante estos años ha funcionado como un foro plural que fortalece la reflexión y el análisis mediante talleres y diplomados en los que han participado alumnos provenientes de todos los estados de la República Mexicana.