De tirar los falsos aprendizajes
l amable lector asiduo no le sorprenderá que en esta tercera entrega sobre por qué debemos tirar al caño ciertas falsas verdades que aceptamos sin cuestionarlas, yo aborde el sistema agrícola de la milpa, similar a los pluricultivos que tratamos anteriormente: el de los arrozales acuáticos y el de los campos de tubérculos farináceos asociados a hortalizas y recolección de frutos, que permitieron surgir y desarrollarse a maravillosas culturas en Asia, África y Oceanía y en los Andes, ya que las mesoamericanas fueron otra manifestación paralela en creatividad, belleza, filosofía y orden social.
Como hemos mencionado en múltiples ocasiones, la milpa mesoamericana constituyó una creación humana perfecta en cuanto a la armonía de la naturaleza con el hombre, en la reproducción solidaria de las familias y las comunidades, donde la distribución de tareas generaba pleno empleo; la capacitación de las nuevas generaciones no era solamente para repetir los gestos de sus mayores, sino conllevaba una formación ética (más abierta que la propuesta por las tres religiones monoteístas) para la vida en sociedades basadas en un reparto más justo de roles sociales, tanto dentro de la administración comunitaria como en los requerimientos de las festividades colectivas.
Desgraciadamente, la colonización española tradujo parcialmente o intencionalmente desvió, menospreciando la civilización de los pueblos mesoamericanos (y en general americanos), la realidad de nuestros antepasados indígenas, pues los mexicanos nacimos, crecimos y morimos, por incontables generaciones, hablando no sólo la lengua importada, sino el lenguaje interpretativo de las manifestaciones sobrevivientes a la Conquista y la Colonia. Así, es raro encontrar en México (aún menos en la Ciudad de México) a quien sepa qué es una milpa, incluidos alumnos de la Universidad de Chapingo o investigadores del campo de otras universidades nacionales. ¿Milpa? Sembradío de maíz
, dicen los más acertados, sin saber que es un pluricultivo y cuáles son sus ventajas. Y en el mejor de los casos, aun si defienden el maíz de las milpas
, ignoran al resto de los nobles alimentos que las integran y aseguraron una alimentación adecuada y equilibrada a generaciones a lo largo de milenios.
Debido a ello, la opinión pública se inclina sólo por la preservación de la madre
contra los organismos genéticamente modificados, mientras creen en un bendito T-MEC (Tratado México, Estados Unidos, Canadá) y apuestan por las exportaciones de aguacates o jitomates de monocultivo, sin darse cuenta de que con esta política se contribuye al deterioro de nuestros suelos, aguas y salud y se va en contra de nuestra soberanía alimentaria. ( Continuará.)