Martes 13 de agosto de 2019, p. 7
Inspirado en prácticas de antiguas culturas mesoamericanas, el fotógrafo Luis Enrique Aguilar desarrolló una iniciativa para rendir tributo a la naturaleza y los poderes de ésta, así como a su propia genealogía y su historia de vida.
El resultado es el fotolibro Ofrenda, el segundo del proyecto Incubadora de Libros, de Inframundo, la editorial de Galería Hydra, espacio donde ese material fue presentado por Maya Goded, Ana Casas Broda y el autor.
De modo paralelo se inauguró una exposición con las imágenes en gran formato de ese material, la cual concluirá el 30 de agosto.
Luis Enrique Aguilar (Ciudad de México, 1980) explica en entrevista con La Jornada que esta obra dista mucho de su quehacer cotidiano, el cual está enfocado a la fotografía documental, aunque se centró en un aspecto personal e íntimo.
Ese ejercicio, añade, tiene que ver con su historia de vida, con registrar de forma gráfica un conocimiento ancestral en el cual fue adentrado desde muy temprana edad y que tiene que ver con la manera en la que las antiguas culturas de México rinden tributo a la naturaleza con el propósito de dialogar con ésta, agradecerle y solicitarle anuencia.
En particular, apunta, se inspiró en los indígenas wixárikas o huicholes, que antes de emprender una peregrinación y al llegar a sus sitios sagrados dedican una ofrenda a sus deidades con el ánimo de que los ayuden a encontrar respuestas.
Dialogar con el misterio
Tras una labor de casi tres años el libro consigna en imágenes un sistema de prácticas que se remontan a los pueblos originarios de México y han sido sistematizadas en El arte de vivir a propósito, método creado por su tío, el antropólogo Víctor Sánchez. ‘‘La ofrenda es una llave para acceder y dialogar con el misterio que habita dentro y fuera de cada uno de nosotros”, sostiene Luis Enrique Aguilar.
‘‘Las prácticas de los pueblos originarios tienen como centro de su cosmovisión la relación de los poderes de la naturaleza y su objetivo es navegar lo desconocido y las posibilidades no exploradas porlos seres humanos que están limi-tados por su historia personal.”
Con trabajos documentales relacionados con la violencia en Ciudad Juárez y el periplo de los migrantes centroamericanos en su afán de cruzar la frontera hacia Estados Unidos, el fotógrafo define a este libro como un ejercicio sagrado, una especie de ritual para rendir tributo a esas fuerzas que le permiten estar vivo y ejercer su trabajo.
Las imágenes registran diversos procesos que él desarrolló a manera de ofrenda, como El entierro del guerrero, práctica que consiste en enterrarse toda una noche, sin dormir, para comunicarse con la madre Tierra, o La recapitulación, ejercicio de memoria y agradecimiento en el que se recuerda en voz alta alguna etapa de la existencia.
‘‘Este libro es mi Nierika, esa ofrenda que hacen los wixárikas para conectar el pasado con el presente, una amalgama de energía para prolongar lo sabiduría de los antepasados y lograr la trascendencia de lo físico.”
Aguilar busca, mediante su Ofrenda, compartir su experiencia y al mismo tiempo despertar en el otro, en el espectador, la curiosidad y el deseo de aventurarse a realizar sus propias prácticas para conectarse con su espiritualidad y buscar su otro yo.
‘‘Aunque me considero hasta cierto punto ateo, porque mi explicación del mundo es científica, creo que las personas podemos tener una vida espiritual sin necesariamente profesar una fe o religión.”