En la batalla contra la gordura, la industria sabe presionar y corromper a políticos, aseguró Boyd Swinburn, especialista en políticas contra la obesidad.

Para lograr mejores ambientes alimentarios es necesario cambiar la dinámica entre gobierno e industria alimentaria, ya que éstas suelen dominar a las autoridades, impidiendo establecer regulaciones que son efectivas para reducir el consumo de alimentos y bebidas no saludables, con alto contenido de azúcares, grasas y sal, expresó.

Durante la conferencia La obesidad, políticas para enfrentarla y sus principales obstáculos, Swinburn se refirió a que en México es necesario seguir el ejemplo de algunas políticas para combatir la epidemia de obesidad como en Chile, que aplica un etiquetado frontal útil para los consumidores, así como restringir la publicidad de comida chatarra a niños y la promoción de productos locales, a fin de proveer una alimentación saludable a escuelas; lo anterior, agregó, ha convertido a ese país en uno de vanguardia para el combate de esa enfermedad.

Acompañado de Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, Swinburn reiteró que el gran opositor de la implementación de estas políticas públicas es la industria de alimentos y bebidas, que sigue una serie de estrategias para no ser regulada, como la creación de evidencia científica a modo, pues realiza un intenso cabildeo con autoridades, financia iniciativas a través de organizaciones que responden a sus intereses, argumenta barreras comerciales y amenaza con acciones legales; todo esto con el fin de dividir a la opinión pública.

Sociedad civil

Advirtió que la sociedad civil tiene un papel importante para supervisar e incrementar los sistemas de rendición de cuentas.

Es el caso, explicó, de Informas, red global de interés público formada por nueve universidades líderes, organizaciones y académicos en 44 países que vigilan y evalúan los entornos alimentarios para reducir la obesidad y las enfermedades no transmisibles.

Los países en desarrollo como México, con ingresos medios, suelen tener más problemas en materia de salud que las naciones pobres y ricas. Esto se debe a que la población sostiene mala interacción con el ambiente alimentario, tiene acceso a alta disponibilidad de productos ultraprocesados y bajo consumo de comida fresca como frutas y verduras. Ese patrón deriva en aumento en obesidad, diabetes y males cardiovasculares, agregó el también funcionario de la Federación Mundial de Obesidad