No estás solo, no estás solo, responden miles al Presidente en el Zócalo
Celebran el paso del activismo a las acciones racionales
Martes 2 de julio de 2019, p. 4
Entre los extremos de la credulidad y la suspicacia, el toco madera
en el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador seguramente fue ayer el gran momento de comunión en el Zócalo... y más allá.
Quizá no era esa su intención, pero sí quedó como la rúbrica de un mensaje desde el cual reivindicaría en cada párrafo, y con sus datos, sus acciones de gobierno con proyección de largo futuro. Y para reafirmarlo tuvo el coro de los miles que en la plaza le respondían en perfecta sincronía: ¡No estás solo, no estás solo!
Sin el peso de la mera expectativa de las promesas, como en las ocasiones anteriores desde este escenario, y de frente a algunos de los personajes afectados, en más de un sentido, por sus radicales medidas, como la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la reafirmación del poder presidencial no utilizó su adjetivos recurrentes hacia quienes no comulgan con su proyecto. Llamarlos adversarios fue suficiente.
Bastó recordarles, desde su posición de máxima autoridad, que no actúa ya por activismo o loca pasión
, sino que cada decisión dispuesta en estos siete meses, además de corresponder con su oferta política de décadas, tiene un fundamento racional
.
La crónica puede tomar prestado entonces un epíteto del propio López Obrador: conservadores
que acudieron al #Amlofest tuvieron lugar de privilegio con primera fila, vallas para su protección y amena charla con sus pares, gobernadores y miembros del gabinete. Incluso algunos hasta se procuraron compañía de lujo
de algún funcionario para zanjar las incomodidades del ingreso.
Los empresarios Carlos Slim, Emilio Azcárraga Jean, Bernardo Gómez, Miguel Rincón; los gobernadores de Oaxaca, Veracruz, estado de México, Morelos, Sonora, Chiapas y los secretarios de Estado, el titular de la CNDH, entre otros, quedaron ubicados de espaldas a la multitud y de cara al mandatario...
Nada que ver con los agotados y estupefactos habitantes de Ocosingo, Chiapas. Desde las seis de la tarde del domingo salieron de su tierra para estar en la celebración, y de paso conocer la capital.
Era apenas mediodía. Ocupaban ya algunas de los cientos de sillas dispuestas. A la postre, esto no les significaría ganancia: en la desorganización inveterada de estos actos, los más avezados (los chilangos) se apretujaron de pie en las vallas sin consideración a los tempraneros.
Chiapas aportó numerosos contingentes –los autobuses, como los de las demás entidades, quedaron en la zona de la Alameda– y permitió medir que buena parte de los asistentes se dividían entre quienes vinieron a agradecer la entrega de los programas sociales y aquellos que los siguen esperando.
Gloria Nereida, tutora en el chiapaneco municipio de Venustiano Carranza del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, vino con artesanas textileras y enfermeros, aunque también denunció que hay quienes allá les quitan mil de los 3 mil 600 pesos de la beca a otros inscritos como condición para anotarlos.
Sin embargo, doña Martha Rodríguez, de Ixtacuixtla, Tlaxcala, no cabe de la felicidad. Su hija, con dos intentos frustrados por terminar la preparatoria, desde hace un mes aprende el oficio de cultora de belleza. Y aprovechó la invitación de venir a comprar la máquina de corte de pelo y los enseres para la manicura, porque aquí salen más baratos...
Alejado de estas historias surgidas de la 4T, el líder de los diputados de Morena, Mario Delgado, comía tranquilo y aguardando, en el fifí Puntarena, en Isabel la Católica.
A las cuatro de la tarde llovió. Los paraguas y los hules cumplieron su cometido: la gente no mostró intención por retirarse.
Entre los pies inquietos o el franco bailongo con los conocidísimos temas de Margarita La diosa de la cumbia, el mariachi de la Secretaría de la Defensa Nacional y la banda sinfónica de los niños de Tlaxiaco, Oaxaca (quienes honraron sus tradiciones y lanzaron manzanas y panes a la multitud), la gente se la pasó bien. Y los más politizados iban calentando gargantas.
Con agradecible puntualidad –diferencia diametral con su antecesor Enrique Peña Nieto– minutos antes de las 5, López Obrador salió de Palacio Nacional y recorrió las vallas –éstas sí, de despliegue incluso más ostentoso que en el pasado– que lo separaban de la multitud para llegar hasta el templete. Y vinieron entonces aclamaciones y arengas.
Los niños de Tlaxiaco lo rodearon con música. Él correspondió emocionado con el compás de las palmas. Y pasó enseguida al mensaje que duró una hora con 24 minutos. Detrás de él sólo estuvieron su esposa, Beatriz Gutiérrez, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, y el diputado Porfirio Muñoz Ledo.
A no dudar, su llamado a apresurar el paso fue entendido perfectamente. Y todo mundo a tocar madera...