En entrevista con La Jornada, Anabella Giracca habla de su obra Para servirle (Alfaguara), que vio la luz antes del estreno del filme Roma
Miércoles 26 de junio de 2019, p. 3
Lo más exquisito que le puede pasar a una persona es la experiencia de la literatura pero, sobre todo en estos tiempos, escribir es un ejercicio de unidad, de fraternidad, para hallar la empatía que necesitamos, dice la narradora guatemalteca Anabella Giracca.
Autora de cuentos infantiles, activista en favor de los derechos humanos, analista política y cofundadora del Movimiento Semilla, partido político de centro izquierda en Guatemala que se define ‘‘democrático y plural”, Giracca visita México con su reciente novela bajo el brazo: Para servirle.
Publicada por Alfaguara, esta obra gira en torno a varias mujeres ‘‘condenadas a servir en casa ajena”, con sus historias de amor, de ternura, de pasión, ‘‘mucho erotismo, pero también relatos crudos”.
Preocupaciones por un mismo hilo de la historia
En entrevista con La Jornada, Anabella Giracca explica que intenta mostrar una realidad que comparten las naciones centroamericanas. ‘‘Para servirle vio la luz en mi país antes del estreno de la película Roma de Alfonso Cuarón, lo cual me pareció una grata sorpresa, pues quiere decir que hay preocupaciones que tenemos en un mismo momento del hilo de la historia y las plasmamos de manera simultánea en las expresiones artísticas y literarias”.
Por supuesto, continúa la narradora, ‘‘no trato de exhibir a las mujeres como víctimas de la vida y de su destino, aunque lo sean. Hablo de una realidad que se vive, que late, que está ahí.
‘‘Este libro es producto de un amplio trabajo de investigación; hice bastantes entrevistas con esas mujeres que acompañan a las familias en las casas y son invisibles, pero que al final habitan los recuerdos de todos y están muy presentes.
‘‘La realidad siempre te baña, no te la puedes quitar de encima, se convierte en tu piel, en tus venas, no puedes ignorarla y menos en países como Guatemala, uno de los más pobres del mundo, don-de la mitad de la niñas menores de 5 años padecen desnutrición crónica.
‘‘Nuestros datos son los más fuertes en América Latina en todo nivel y eso genera fenómenos como la migración y la violencia, flagelos vinculados a las grandes corrupciones que manejan nuestros estados. En el caso de Guatemala esto es burdo, grosero, abusivo. Esa realidad, de alguna forma, es lo que me obliga a escribir pues me gusta humanizar esos temas.”
Giracca reitera que ‘‘donde hay buenas personas y buenos pueblos, como en Centroamérica, debe haber una esperanza y una posibilidad. México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica somos países nobles, lastimados históricamente, pero unidos podemos hacer cambios sustantivos muy interesantes. Debemos atender conjuntamente los flagelos, con respeto a las soberanías, por supuesto, pero teniendo una visión geopolítica más inteligente para hacerle frente a los temas que afectan nuestra región.
‘‘Por eso es urgente desarrollar más empatía, más pensamiento crítico, la literatura nos brinda esos hilos conductores para fortalecer sistemas que logren abrazar a toda la población infantil y juvenil de nuestros países.
‘‘En Guatemala la exclusión a nivel educativo es enorme. Tenemos que invertir en educación, en servicios públicos dignos y, por supuesto, en cultura, sólo así tendremos ciudadanos responsables de su realidad y dispuestos a cambiarla. La política es buena, lo malo son los políticos, deberíamos creer en ese arte de lo posible que es la política.”
El escritor encuentra la gracia de la vida
Anabella Giracca narra que viene de una madre que ‘‘fue irreverente, desbordada en sus emociones y pasiones, al colmo que se fue cuando yo era niña; entonces, crecí con mis hermanas y mi padre, un hombre humanista, un gran arquitecto (Amérigo Giracca), con quien me comuniqué desde pequeña a través de las letras. Lo miraba leer y para congraciarme con él, inventaba cuentos pequeños, los encuadernaba y se los regalaba. Antes de que yo lo decidiera, él lo dijo: ‘vas a ser una gran escritora’. Mis hermanas decían: ‘mira, Anabella es una mentirosa, está inventando lo que le pasó’, y él respondía: ‘es imaginación, hay que dejarla’.
‘‘Por eso, la decisión de ser escritora la vengo jalando desde niña, y ahora se ha convertido en una necesidad como la adrenalina; necesito escribir.
‘‘Todo lo que gira en torno a un escritor es mucho, porque nos volvemos más observadores, encontramos la gracia de la vida y nos fijamos en todos esos papelitos que vuelan en el aire y que las personas comúnmente ignoran, pero un escritor se detiene a ver cómo bailan su vals.”
Si bien Anabella Giracca sostiene que trata de separar sus análisis políticos de su literatura, sus dos mundos que intentan ser uno respetuoso del otro, ‘‘de alguna forma siempre se juntan, por eso, para mi próximo libro la realidad me obliga a imitar un personaje oscuro y hacer una novela que pueda tener cierto impacto y valor para Latinoamérica, en eso estoy”, concluye la escritora.