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Roma ganó 10 de 15 postulaciones al Ariel; Ilse Salas, mejor actriz
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▲ Con pañoletas rojas, mujeres de diferentes sectores del cine frenar abusos de poder.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 25 de junio de 2019, p. a34

Con un llamado general de actores, actrices, directores, vestuaristas, diseñadores y productores a que ningún engranaje de la industria de cine nacional sufra recortes, sino que se le incentive y proteja, dotándola de más recursos, se realizó la 61 entrega del Ariel, máximo galardón del cine mexicano.

El director de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), Ernesto Contreras, en el proscenio: La cultura es, según nuestra Constitución, un derecho cuyo acceso debe ser garantizado por parte del Estado a todos los mexicanos... Como cineastas coincidimos con el enfoque plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo respecto de la importancia de la cultura como factor de paz, cohesión social y convivencia, así como en la necesidad de que nadie quede excluido de las actividades y los circuitos culturales como resultado de la concentración en uno o varios de los eslabones de la cadena productiva cinematográfica.

Agregó: La cultura está en todas partes y no es territorio exclusivo de unos cuantos. Todos los pueblos, todas las comunidades, conviven en las más diversas expresiones de su cultura: la gastronomía, la literatura, la pintura, la música, la danza, el teatro, el cine. No debe despreciarse una producción cultural en función de otra. Nadie debe quedar excluido. Hoy vemos con preocupación los drásticos recortes en los presupuestos de las instituciones y las políticas públicas que no sólo han sido fundamentales para la cultura mexicana contemporánea, sino que han contribuido, incluso, al ejercicio democrático. La cultura no es un gasto. No es un adorno, no es un bien prescindible. Es una inversión a largo plazo.

Contreras subrayó: “Los creadores no somos el enemigo. Queremos contribuir a la construcción de un nuevo y mejor México. Tenemos un compromiso con la realidad de este país adolorido y complejo, pero lleno de esperanza y de solidaridades. El cine es un espejo y una ventana: un espejo para vernos a nosotros mismos, como individuos y como sociedad, y una ventana para mirar el mundo. Debe de existir entonces un equilibrio entre estas dos funciones del cine. Lo mismo pasa con el doble carácter –comercial y cultural– de nuestra actividad. Si uno se ve eclipsado por el otro, si los equilibrios desaparecen, los mexicanos perdemos el reconocimiento de nuestra pluralidad y diversidad, nuestro carácter e identidad.

“Hoy ratificamos que es necesario cambiar las reglas del juego para evitar que intereses particulares, de manera fáctica, se sigan apropiando de los contenidos, en perjuicio de los derechos culturales de las audiencias; para evitar que uno de los ámbitos más voraces del neoliberalismo ahogue la diversidad y module a su antojo las nuevas narrativas con que pretendemos explicarnos la realidad y retratar sus transformaciones. Vamos por reformas justas a la ley, en beneficio de la cinematografía como arte e industria, en favor de los equilibrios de ésta, que es nuestra pasión, nuestro oficio y nuestro medio de expresión.

Queremos seguir mostrando con nuestras imágenes el México que somos: del campo, de las urbes, de la diversidad de habitantes, de generaciones, de identidades, de géneros, de historias. Queremos seguir haciendo películas que impacten nuestro presente y preserven nuestra memoria, que hagan visible a los invisibles. Hagámoslo todos juntos, y cerremos filas.

Colofón del Romatón

El periplo iniciado por la cinta Roma en el Festival de Cine de Venecia, en octubre pasado, llegó a su fin ayer al llevarse 10 premios de las 15 estatuillas del Ariel a que estaba postulada, entre ellos mejores dirección y película.

En las categorías principales, Noé Hernández por su impecable actuación en Ocho de cada diez se llevó el Ariel al mejor actor; su equivalente femenino fue para Ilse Salas por su incuestionable trabajo de señora rica caída en desgracia en Las niñas bien.

Los primeros premios los recibieron en revelación actoral Benny Emmanuel por su trabajo en Día de la infancia. Marina de Tavira, en tanto, ganó mejor coactuación femenina en Roma; su equivalente masculino fue para la impresionante actuación de Leonardo Ortizgris en Museo, mientras que el mejor cortometraje documental fue para Sinfonía de un mar triste, de Carlos Morales. Cuando se entregó el premio al mejor cortometraje de animación se recordó al comparsa de Guillermo del Toro, Rito Mora, y el Ariel en esta franja se lo llevó Viva el rey, de Luis Téllez. El mejor cortometraje ficción se lo llevó Arcángel, de Ángeles Cruz, quien agradeció en mixteco y después en español.

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▲ Héctor Bonilla recibió una larga ovación.Foto Cristina Rodríguez

Otros ganadores: en efectos especiales, Alejandro Vázquez por Roma; mejores efectos visuales, Sheldon Stopsack y David Griffiths, también por Roma. Los mejores maquillaje vestuario fueron para Las niñas bien, que recayeron en Pedro Guijarro y Anaí Ramos, respectivamente. Los diseñadores de arte Eugenio Caballero, Bárbara Enríquez, Óscar Tello y Gabriela Cortés fueron los mejores en su categoría.

Roma también se hizo acreedora al mejor sonido, premio que recibieron José Antonio García y su equipo. La película, además, se llevó la mejor edición, en las personas de Alfonso Cuarón y Adam Gough. La mejor fotografía también fue para esta producción de Netflix y el premio recayó en Alfonso Cuarón, quien no asistió a la ceremonia pero envió un mensaje.

Mientras se vaciaba la sala uno, donde estaban concentrados los nominados y sus invitados, llegó el premio a mejor guión original: también se lo llevó Roma; el Ariel para la categoría de mejor guion adaptado se lo llevó la película De la infancia y fue para Silvia Pasternac, Carlos Carrera y Fernando Javier León.

El Ariel a la mejor cinta iberoamericana fue para la colombiana Pájaros de verano, dirigida por Cristina Gallego y Ciro Guerra.

Asimismo, el Ariel a la mejor opera prima fue para La camarista, de la directora Lila Avilés. El premio al mejor largometraje de animación fue para Ana y Bruno, dirigido por Carlos Carrera y al mejor largometraje documental lo obtuvo Alberto Arnaut por Hasta los dientes.

En tanto, las actrices Dolores Heredia y Blanca Guerra presentaron una retrospectiva de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para reforzar la idea de su importancia.

De los Arieles de Oro, el primero fue para el diseñador sonoro y sonidista argentino Nerio Barberis, quien llegó a México en 1977 y al recibirlo fue ovacionado por el público de pie y en su discurso abogó por el derecho de los humanos a migrar. Este premio es un profundo orgullo, expresó.

El segundo fue para la guionista Paz Alicia Garciadiego, quien en su discurso dijo: Agradezco esta distinción; quiero dedicar este premio a mi gremio, los guionistas, a ese grupo desdeñado... Somos la mano de obra prescindible... Todo guionista tiene que aceptar la fugacidad, a pesar de que le damos estructura. Cuando se estrena una película muere el guión y viva ésta. Es la primera vez que un guionista recibe un Ariel de Oro, un gremio tan olvidado, pero profundamente importante.

El tercer galardón de la Academia fue para el actor Héctor Bonilla, quien al recibió una colosal ovación, dijo: “Tengo cáncer, y creo que la Academia dijo ‘no le hemos dado el Ariel a Bonilla’. El que me vio me vio, sino a la chingada. Soñé con recibir este Ariel en Bellas Artes, pero después de que el apóstol de La Luz fue a bendecir ese lugar, qué bueno que no me tocó”.

En tanto, el director Arturo Ripstein también se refirió a la situación de la AMACC: El cine es un arte caro, muy frecuentemente confundido con la industria automotriz o la cervecera. El mecenazgo del Estado no es una dádiva generosa, no es una limosna con aquellos recursos sobrantes para los que hacemos cine, literatura o teatro o pintura o los que intentamos hacer poesía: es un deber del Estado, así tiene que entender la sociedad, así tiene que entenderlo el gobierno.

Protesta

La entrega del Ariel, en la Cineteca Nacional, comenzó con el paso del presidente de la AMACC, y la protesta de gran parte de actrices, directoras y productoras, encabezadas por el elenco de Las niñas bien, que llevaban una pañoleta roja con una mano encerrada en un círculo blanco y la frase Ya es hora.

La protagonista de la cinta, Ilse Salas, en la alfombra roja, dijo: Ya basta de abusos de poder, de conductas machistas. De todo eso estamos hartas como mujeres. Se sumaron Cassandra Ciangherotti, Alejandra Márquez Abella, Johanna Murillo, Natalia Beristain y Jacinta Terrazas, entre otras.