ara los amantes del sépti-mo arte un sitio esencial en la Ciudad de México es la Cineteca Nacional, que ofrece gozos adicionales. Buenas exposiciones relacionadas con el cine, opciones para comer, tomar un café o un copetín. Una librería ayuda a matar el tiempo entre películas y varias tienditas ofrecen artículos originales.
Comenzó sus actividades el 17 de enero de 1974, en uno de los Foros de los Estudios Churubusco, con dos misiones bien definidas: preservar la memoria fílmica tanto nacional como mundial y promover la cultura cinematográfica en nuestro país.
Tenía dos salas de proyección abiertas al público: el Salón Rojo y la Sala Fernando de Fuentes. También contaba con un área de exposiciones, biblioteca especializada, librería, restaurante y bóvedas de seguridad para el almacenamiento de filmes con temperatura y humedad controladas.
Al crearse en 1976 la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), la Cineteca pasó a formar parte de ella; un año antes ya había ingresado a la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF), y al siguiente comenzó a organizar la Muestra Internacional de Cine. En 1980 la novedad fue la creación del Foro Internacional de la Cineteca, espacio reservado para realizadores emergentes y de vanguardia.
En marzo de 1982 se dio el infausto incendio que inició en una de las salas cuando se proyectaba la película La tierra de la gran promesa, del director Andrzej Wajda. El olor a humo llevó a evacuar al público y unos minutos después una explosión desató el infierno. El fuego alcanzó las bóvedas donde se resguardaban las cintas de nitrato de plata, lo que incrementó la destrucción.
El incendio, que duró alrededor de 16 horas, consumió prácticamente todo el edificio, hubo tres muertos y aunque nunca se conocieron cifras precisas, se estima que se perdieron más de 6 mil negativos de películas, 2 mil guiones, 9 mil libros y dibujos originales de Diego Rivera, entre otros.
Por fortuna un par de años más tarde, en enero de1984, se inauguraron las nuevas instalaciones en el sitio que ocupaba la Plaza de los Compositores, en la Avenida México-Coyoacán 389. En 1992 se construyeron bóvedas para el almacenamiento con los controles de seguridad, humedad y temperatura que la FIAF exige a todo archivo fílmico. La obra se financió con ingresos de la propia Cineteca y se inauguró en 1994. Dos años después se integró a Conaculta.
Un cambio radical se dio en 2011, en que inició la modernización y ampliación de las instalaciones y los espacios públicos de la Cineteca. Se realizó un concurso que ganó el despacho Rojkind Arquitectos, que diseñó un espacio funcional y de gran belleza.
Se construyeron cuatro salas más, con capacidad para 180 espectadores cada una, con lo que llegaron a 10 salas y un foro al aire libre. Hay galerías, terraza y muchos espacios que secomunican entre sí y albergan restau-rantes, cafetería, tienditas diversas, una buena librería, dulcería y un amplio estacionamiento.
También se construyó una bóveda de 700 metros cuadrados con capacidad para albergar 50 mil películas y un laboratorio de restauración digital para desarrollar un programa de rescate de imágenes en movimiento.
A partir de 2013 la dirige Alejandro Pelayo Rangel, talentoso director de cine, productor y guionista mexicano, quien a su experiencia y eficacia suma un gran amor al cine, lo que ha llevado a la Cineteca Nacional a ganarse merecidamente el título de Templo del Arte Cinematográfico en nuestro país.
La comida de hoy es ahí mismo, en La Chicha, restaurante vegano con opciones para los omnívoros: buñuelos de brócoli, tacos de chistorra con queso, emparedados –el de jamón serrano con gouda es delicioso–, tostadas de tinga de zanahoria, montaditos de berenjena y las papas bravas. Hay bebidas sanas: la tropicalia y la de cereza o, pecaminosas: vino, cerveza, mezcal y cocteles muy originales. Tiene buena música y grata decoración.