a escasez de lluvias y la sequía obligó a las autoridades de la ciudad australiana de Sidney a reducir el suministro de agua, por primera vez en una década, e impondrá multas para quienes violen la medida.

La ministra de Agua, Melinda Pavey, anunció que la medida –implementada a partir del primero de junio– impone restricciones de grado uno en Sidney, a pesar de que la restricción es obligatoria cuando los niveles de las represas caen al 50 por ciento. El pasado mayo, la presa se encontraba en 53.5 por ciento de su capacidad.

Con la falta de lluvia, el gobierno tomó la decisión de que es mejor entrar ya en las restricciones de agua, manifestó la funcionaria.

Es vital que tomemos medidas tempranas y decisivas. El pronóstico más reciente de la Oficina de Meteorología está previendo una precipitación por debajo del promedio y temperaturas más altas de junio a agosto, que son los impulsores clave de una mayor demanda, dijo.

La ministra de Agua añadió que las restricciones del líquido son una respuesta importante a la sequía.

Las reglas prohíben el lavado de vehículos, embarcaciones y edificios, el uso de rociadores en patios, jardines, caminos y calzadas, sistemas de riego, así como el uso de piscinas.

Los residentes que violen la medida enfrentarán multas de 220 dólares; mientras, las empresas pueden ser multadas con 550 dólares.

De acuerdo con reportes de prensa, el gobierno de Nueva Gales del Sur anunció restricciones además para las Montañas Azules y la región de Illawarra, limítrofes con Sidney.

Una encuesta hecha por Sidney Water dio como resultado que más de 60 por ciento de los habitantes de la ciudad desconocían la actual sequía, y estimó que los residentes de esa zona usan alrededor de 11 mil millones de litros de agua a la semana.

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