Empresa social en reclusorios
Domingo 16 de junio de 2019, p. 19
Probablemente muchas de ellas no volverán a caminar libremente por las calles, debido al delito o ilícitos que cometieron. Pero aun estando presas tienen una oportunidad para cambiar su modo de vida dentro del reclusorio para una mejor perspectiva.
Recluidas en el penal de Barrientos, estado de México, decenas de mujeres tejen y bordan productos para La Cana, empresa social que brinda a internas capacitación en actividades manuales con la finalidad de reinsertarlas en la economía y la sociedad.
Es posible que muchas que ingresan a los talleres de tejido de La Cana tengan condenas largas y nunca vayan a reinsertarse, pero hay otras que sí y el trabajo es una alternativa para que no aprendan a cometer otros ilícitos
, manifestó en entrevista María Vivanco, directora de operaciones de esa empresa social.
Constituida hace cinco años en Barrientos, La Cana se ha expandido a otros dos centros de reclusión en el estado de México y a partir del lunes próximo comenzará a operar en el penal de Santa Martha, en la Ciudad de México, con capacitación a 15 mujeres en tejido, bordado y costura.
Son 106 internas colaboradoras de la empresa social, la cual tiene tiendas en las que se expende el trabajo manual de las reclusas. Una de éstas se encuentra en Santa Fe.
La Cana obtuvo recientemente el premio Unleash, otorgado por la estadunidense Agencia para el Desarrollo Internacional, New Ventures y Promotora Social. Se galardona a los proyectos que buscan resolver problemáticas sociales mediante modelos de negocios y no de actividades filantrópicas, afirmó Armando Laborde, socio fundador de New Ventures.
Orígenes
Tres mujeres realizaban su servicio social en Barrientos cuando idearon un proyecto social. Todo empezó en un proceso de prueba y error
. Primero se elaboraban bolsas y luego manualidades, explicó Vivanco.
Fueron las mismas internas quienes insistieron en el tejido, y ahora La Cana cuenta con una colección permanente de productos elaborados por las mujeres en reclusión.
Las remuneraciones, explicó, se hacen bajo los protocolos de vigilancia de las autoridades de los penales, donde operan los talleres.
Según la empresa social, 10 por ciento se les retiene para pagar la reparación del daño
y otro porcentaje igual se destina a un fondo de ahorro que se les entrega en el momento en que son liberadas. El resto se les da personalmente para solventar sus gastos dentro de prisión, afirmó la directiva de La Cana.
El proyecto es integral. La Cana cuenta con programas de asistencia. Además de la capacitación para el empleo, con talleres de tejido y bordado, se les otorga atención sicológica, asesoría legal y actividades complementarias, como deportes, clases de baile y meditación.
“Es fundamental atacar el problema de raíz, sostuvo Vivanco.