odos queremos saber lo que el futuro presagia para nosotros acerca de cualquier cosa que sea importante.
Todos tendemos a creer que el futuro será lo que es el presente es. Si las encuestas muestran que vamos a tomar cierta decisión sobre algo que luce bien ahora, seguirá viéndose bien a medida que el futuro avance. Al mismo tiempo, es un fenómeno bien probado que no podemos recordar las decisiones de hace más de seis meses. ¿Cuál es el resultado de combinar estos dos hechos aparentes? Déjenme intentar explicar cómo funciona una combinación.
Un ejemplo sería la decisión con que la mayoría de la gente se preocupa –la elección presidencial de 2020 en Estados Unidos. Aunque pensemos que el presente ofrece un panorama favorable para Donald Trump, me parece que es más complicado.
Todos los días y cada mañana nuevos elementos entran en el cuadro y por un escaso margen la predicción actual es menos válida. Esto continúa a lo largo del tiempo. Pensemos en ello como un tren que lentamente se aleja de la exactitud de nuestra predicción. Para el momento en que hayan pasado seis meses, la exactitud se redujo a casi cero.
Así, sería de lo más sensato comenzar donde estábamos hace seis meses y enfatizar nuevas cosas. Y digamos que esto predice lo que va a ocurrir. Por tanto, estamos urgidos de entender lo que ocurría hace seis meses. ¿Cómo podemos hacerlo?
Primero está nuestro recuerdo de ello, y en segundo lugar la evidencia pública extraída hace seis meses. Si las cosas le favorecían a Trump hace seis meses, se relegirá. Si las cosas eran menos buenas hace seis meses, no se relegirá.
¿Qué tan buena es nuestra evaluación de lo que sentíamos hace seis meses? ¿Seis meses para quién? Votar en el estado de Oregon ya se cumplió y no hay nada que ocurra que pueda afectar esos votos.
Hay otros estados con diferentes reglas dependiendo de si el voto se toma en el estado o a escala local. Así que para saber lo que la gente sentía hace seis meses debemos combinar un estimado de hace seis meses para diferentes grupos de gente. Eso es, por supuesto, un muy complicado ejercicio matemático y no es muy probable que la gente lo ejecute bien.
Además, en Estados Unidos el voto se gestiona en un organismo llamado Colegio Electoral. Este Colegio Electoral no es una computadora, sino algo que se reúne. Para cuando se reúne, casi todos los electores han hecho promesas de cómo van a votar. No son requeridos legalmente a mantener sus promesas. Algunos han violado estas reglas en el pasado y otros lo harán en el futuro. Entonces nos percatamos de que es difícil predecir hoy el voto en el Colegio Electoral de mañana. Entonces algunos dirán que todo el asunto es algo que no vale la pena intentar para saber qué va a ocurrir.
¿Cómo predicen entonces? Algunos lo hacen por adivinación. Otros se rinden totalmente.
¿Cómo podemos saber qué ocurrirá? ¿Hay alguna manera? Parece dudoso.
Podemos entonces entrar a un mundo totalmente cínico donde cada quién hace lo que siente que hay que hacer.
¡Así que es un momento decisivo! ¿Pero también un momento decisivo? Puede no ser un momento decisivo.
Traducción: Ramón Vera-Herrera
© Immanuel Wallerstein