20 de abril de 2019     Número 139

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Manifiesto de un niño: una mirada
al trabajo infantil en la zona cañera

Adilene Pérez Narciso  Joven Embajadora por América Latina para un Mundo Libre de Trabajo Infantil.


El trabajo infantil en la zona cañera no es un juego o una educación de valor.

“A mí me gustaría ser como todos los niños, poder ir al campo deportivo, jugar y divertirme mucho”,  Israel 13 años, cortador de caña.

Este es el testimonio de Israel, un niño de la región del Papaloapan, del estado de Oaxaca, quien a sus 13 años participa en el corte de la caña de azúcar y lo hace desde los 8 años.

Israel es un niño muy alegre cuando asiste a la escuela, pero sus ojos revelan tristeza al recordar que por las tardes y los fines de semana acompaña a su padrastro al corte de caña.  A él no le preguntan si quiere trabajar, lo hace por apoyar a su madre con su salario pues lo que gana una sola persona no cubre las necesidades básicas y las oportunidades de trabajo son escasas a lo largo del año. Él sabe que asistir a la escuela de manera constante y regular es la mejor forma de prepararse para tener oportunidades laborales en el futuro; sin embargo, las necesidades por ahora le impiden hacerlo. Con voz entrecortada menciona que le gustaría ser como todos los niños, ir a jugar al campo deportivo, al parque o en los días calurosos pescar en el río y divertirse en el agua fresca. Pero Israel todos los días después de la escuela se va a cortar caña o a veces no asiste a clases y desde temprano trabaja para obtener una mejor remuneración. A consecuencia de esto ha sufrido insolación y deshidratación severa que lo ha dejado en cama por varios días. Israel también desea algo: que su padrastro pueda obtener un mejor salario para conseguir la canasta básica de su hogar, sin la necesidad de él dejar de asistir a la escuela e irse también a trabajar, eso es lo que lo haría muy feliz.

Para empezar a hablar de trabajo infantil debemos tener claro que es definido como toda actividad que priva a las niñas y niños de un desarrollo pleno, de su dignidad y le impide gozar de sus derechos.

El trabajo infantil es:

  • Peligroso para su salud.

  • Una exhaustiva combinación de escuela-trabajo.

  • Es de los mayores actos violatorios de sus derechos.

  • Se ven obligados a abandonar la escuela.

En México existen 3.2 millones de historias como las Israel, de niños y niñas que trabajan, de acuerdo con el Modulo de Trabajo infantil del 2017. De ese total, poco más de 2 millones realizan un trabajo no permitido o peligroso.

De acuerdo con los artículos 175 y 176 de la Ley Federal del Trabajo, está prohibido emplear a cualquier niña o niño y solo se permitirá que trabajen a partir de los 16 años cuando se trate de un empleo que no perjudique su desarrollo. Para efectos de este análisis y según la Ley, se considera peligroso un trabajo en el que hay exposición a temperaturas excesivamente altas, residuos tóxicos y químicos, fauna peligrosa o flora nociva, donde hayan condiciones climáticas extremas en campo abierto que les ocasionen deshidratación o golpes de calor, uso de herramientas manuales corto punzantes, manejo, operación y mantenimiento de maquinaria equipo o herramientas mecánicas, eléctricas, motorizadas que puedan generar amputaciones, fracturas o lesiones graves.

La zona calurosa es el clima perfecto para el cultivo de la caña de azúcar, en los estados del sur del país es donde mayormente se cultiva y donde se encuentra el nivel más alto de pobreza. Es en campo abierto donde se cultiva la caña, se utilizan herramientas manuales como el azadón, machete, bombas fumigadoras para aplicar agroquímicos beneficiando a la planta pero son tóxicas para la salud de quién las aplica. Por el contrario, para la cosecha de la caña se utiliza maquinaria especial para cargarla y transportarla a la fábrica azucarera. Sin embargo, el corte de caña es manual, esto quiere decir que son los cortadores quienes se encargan de hacer esto posible. Es importante destacar que la mano de obra para la cosecha es la más barata de todo el proceso. Por tanto, quienes cortan la caña son las personas más pobres y sin escolaridad, es la actividad en la que los padres de familia involucran a sus hijas e hijos desde muy temprana edad.

En un porcentaje superior al 98 por ciento son los niños quienes participan en la cosecha de la caña de azúcar. En las comunidades esto se ve con buenos ojos, pues aumenta los ingresos familiares y les otorga reconocimiento social como hombres trabajadores.

La participación  de las niñas y niños en el cultivo y la cosecha de la caña de azúcar durante la etapa de su desarrollo es muy peligrosa: hay niños que se caen de arriba de los carros cañeros tratando de acomodar las cañas o, como le dicen coloquialmente, “estaquiarla” (poner estacas para que no se caiga del carro que la va a transportar) y se fracturan la columna vertebral quedando inmóviles de por vida; otros niños se han cortado los dedos de las manos o de los pies con el filoso machete que se ocupa para cortar la caña y pierden su movilidad; otros que manejan los carros cañeros o maquinaria y un gran peso (hasta 20 toneladas), y llegan a tener accidentes fatales e irreversibles; otros que han sido mordidos por víboras venenosas y crean secuelas en su salud de los niños, y están los que sufren afectaciones por el extenuante clima de más de 40°C.

El trabajo infantil en la zona cañera no es un juego o una educación de valor como le dicen en las comunidades, es realmente un trabajo muy peligroso, un trabajo al que los niños son mucho más vulnerables que las personas adultas y arriesgan la vida.

El Estado mexicano ha hecho varios intentos por cambiar esta situación con programas sociales tales como Prospera ahora Bienestar, el Programa de atención a jornales agrícolas y el de atención a jornaleros migrantes para la intervención desde acciones afirmativas que de fondo no resuelven y no erradican la mano de obra de niñas y niños en los diferentes sectores y las cadenas de valor que se les emplea.

Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes trajo consigo las instalaciones de los Sistemas de Protección Integral de los Derechos de Niñas y Niños en los tres niveles de gobierno y las comisiones integradas para erradicar el trabajo infantil, pero no han logrado detener este fenómeno que se ha hecho cultura en los estados más pobres del país.

Es necesario y urgente un proceso integral que busque retirar a las niñas y niños de un trabajo tan peligroso como es el corte de caña, insertar a los mayores de 16 años en un trabajo ligero que no les genere daños y les permita ejercer sus derechos, así como a sus padres obtener una mejor calidad de salario que les permita ofrecerle a sus hijos una buena educación y a futuro genere más oportunidades porque permite que las niñas y niños mejoren sus calificaciones para competir en un mercado laboral en su adultez. Este proceso integral requiere de todas y todos desde la ciudadanía hasta las instituciones para lograr que la infancia ejerza realmente sus derechos.

El cambio cultural es también muy importante para mirar a las niñas y niños como sujetos de derechos y abrirles espacios en sociedad civil, en los Sipinnas, en las comisiones de erradicación de trabajo infantil, en UNICEF y OIT México y en todos los proyectos que tengan que ver con trabajo infantil para que ellos puedan expresar sus opiniones junto a los más altos tomadores de decisiones, pues son ellos los protagonistas de su desarrollo, son ellos y sus historias lo que marcará la diferencia en el diseño de las políticas públicas que velen por sus derechos e intereses.•

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