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Plaguicidas e infancia:
Cecilia Navarro Uno de los temas poco abordados cuando hablamos del campo mexicano es el de la exposición a plaguicidas de las familias de los productores. Antes de que los alimentos con presencia del tristemente famoso glifosato de Monsanto u otros agroquímicos lleguen a nuestra mesa, ya otras personas estuvieron expuestas directamente a esos compuestos: los productores y sus familias. Y no podría ser de otra manera en un país donde los insumos químicos para la agricultura se utilizan sin ningún control. Nuestro país consume altas cantidades de plaguicidas, es decir, de herbicidas, insecticidas y fungicidas prácticamente sin ninguna vigilancia. El país cuenta con una normatividad para los plaguicidas de origen químico, pero no es suficiente para evitar o por lo menos vigilar la contaminación a cuerpos de agua y tierra que el uso y la residualidad de estos productos generan. Mucho menos para proteger la salud humana de los productores, de sus familias o de los consumidores. La exposición de niños y niñas del campo mexicano a agroquímicas está documentada desde hace años. Pero ni siquiera esta evidencia ha motivado a las autoridades sanitarias, en particular a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), a restringir los insumos químicos utilizados en la agricultura. “Minimizamos el daño a las familias. Los productores dicen: mi esposa se queda en la casa, el niño nomás viene a levantar la maleza, la hierba mala, la pisca, los chiles y tubérculos, que están cerca del suelo. El padre dice que solo él se expone, pero resulta que la niña le lleva el almuerzo a la parcela y no importa si están rociando, la niña entra, deja el alimento. Si están rociando, no paran la actividad, las niñas están expuestas, ha habido accidentes donde llegan cuando está pasando la avioneta con agroquímicos y las mojan”, explica la dra. Leticia Yáñez, del laboratorio de toxicología ambiental de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Vayan o no vayan a los campos, las niñas y los niños están expuestos a los agroquímicos por diversos factores, entre ellos que en muchas parcelas no se utiliza equipo de protección, los campesinos utilizan la ropa de diario en el campo agrícola, por lo que los vapores y gases se quedan adheridos. Con esa ropa regresan a la casa, cargan a los hijos, que entran en contacto con los residuos de plaguicidas adheridos a ella. O bien la esposa o la hija lavan la ropa y durante el tallado a mano se desprenden los plaguicidas y ellas están expuestas. “Es decir que debido a los roles de género ellas están incluso más expuestas. En el campo se puede usar aunque sea paliacate o guantes, pero la niña no los usa, se le ha dicho que ella no está expuesta”, dice la doctora Leticia Yáñez, quien hace valoraciones de salud de las familias de los trabajadores y las poblaciones que viven en zonas agrícolas, es decir, analiza la exposición no ocupacional a los agroquímicos. ¿Qué pasa con los niños y niñas expuestas a estos compuestos? Presentamos a continuación algunas breves estampas de lo que diversos especialistas han encontrado sobre cómo estos compuestos están envenenando, enfermando, arruinando el futuro de los niños y niñas del campo sin que nadie haga algo al respecto. 1. El binomio madre-hijo Para los recién nacidos, la principal forma de exposición a compuestos químicos utilizados en la agricultura industrial viene del cordón umbilical y de la leche materna. La dra. Yáñez ha trabajado con las mujeres embarazadas que residen en entornos agrícolas donde están expuestas a plaguicidas. En sus trabajos ha tomado muestras de sangre de mujeres embarazadas, y también muestras del cordón umbilical.
“En el cordón umbilical hemos detectado 12 plaguicidas organoclorados, es decir, encontramos estructuras que pueden atravesar la barrera placentaria”. La mezcla de compuestos distintos entre sí mejoro su difusión y la transmisión de madre a hijo. Explica la dra. Yáñez que: “apostaba que iba a haber competencia entre los compuestos, pero no fue así, la mezcla permitió una mejor difusión, encontramos el doble de concentración en el cordón umbilical que en la mamá ”. La dra. Leticia Yáñez ha continuado monitoreando a los niños cada año, pues “siguen teniendo una carga de plaguicidas en sangre altísima para su edad”. La presencia de estos compuestos puede desencadenar un sistema inmune disminuido, una alteración que puede traducirse en leucemia. “Los plaguicidas producen leucemia”, tal y como lo confirma diversa literatura científica y esto es una realidad en el campo mexicano. De acuerdo con la tesis Evaluación de la exposición a mezclas de plaguicidas organoclorados y daño al ADN en binomios madre-hijo de una comunidad agrícola del estado de San Luis Potosí, de Diana Lorena Alvarado Hernández, “La exposición a mezclas de plaguicidas organoclorados representa un riesgo para la salud por sus propiedades de persistencia, liposolubilidad e incorporación a la cadena trófica. Las poblaciones más vulnerables , como lo es el binomio madre-hijo, requieren de programas de vigilancia para prevenir y/o disminuir los compuestos. efectos adversos generados por la exposición a estos Los efectos tóxicos de los plaguicidas organoclorados son variados; se han reportado efectos neurológicos, reproductivos, inmunológicos y genéticos”. El DDT sigue aquí Lo mismo en la Huasteca Potosina que en el Soconusco y otras regiones del país, el DDT se utilizó intensivamente durante cuatro décadas. Por su estructura química, este compuesto se puede quedar hasta 30 años luego de ser aplicado. “Estudié este compuesto en mujeres durante su periodo de lactancia y encontramos un nivel altísimo de este compuesto. Se queda en las glándulas renales, en el riñón, en donde se hace toda la síntesis de hormonas sexuales, por lo que es un perturbador endocrino”, dice la dra. Yáñez. Lo mismo sucede en Chiapas, donde también se detectó la presencia de este y otros compuestos en niños hace algunos años, de acuerdo con el documento Niveles de plaguicidas organoclorados (DDT y DDE) en niños de comunidades endémicas de paludismo en Chiapas, México. 2. Alteraciones en el ciclo menstrual En esta misma zona, han trabajado con adolescentes que presentan graves alteraciones en el ciclo menstrual. “Encontramos cosas de miedo: niñas de secundaria que pueden tener periodos de amenorrea de meses o niñas que en un mes tenían dos sangrados fuertes” dice la dra Yáñez, quien ante esta realidad ha generado programas de seguimiento e intervención a largo plazo en las comunidades, que incluyen temas de protección frente a la exposición de agroquímicos y otros temas. Tres factores pueden afectar el periodo menstrual: los clínicos, los estilos de vida y los ambientales, derivados de la exposición a compuestos tóxicos que pueden comportarse como hormonas al mimetizar o potenciar la acción de estas, causando ciclos irregulares o dificultades para embarazarse.
Los agroquímicos son considerados perturbadores endocrinos por su capacidad de alterar el equilibrio hormonal, ya sea suprimiendo, aumentando o disminuyendo la acción de las hormonas. El documento Estrategias para detectar alteraciones en el ciclo menstrual de adolescentes de una comunidad agrícola de San Luis Potosí, elaborado por Leticia Yáñez, Andrea Rodríguez, Rebeca Mejía y Jaqueline Calderón y publicado en 2018 en el libro Salud reproductiva, medio ambiente y género, un dialogo necesario refiere la investigación que hizo sobre la exposición a los agroquímicos en un grupo de 32 adolescentes de entre 12 y 15 años de edad, residentes de una comunidad cuya principal actividad es la agricultura. De esas 32, la mitad ya habían participado en un estudio previo para evaluar posible daño neurológico por la exposición a estos contaminantes. El estudio explica que en “las zonas agrícolas, las mujeres están expuestas a los plaguicidas en dos escenarios típicos, aun sin participar en las tareas del campo, el primero es durante el lavado de la ropa de trabajo de los varones de la familia, ya que durante el tallado de la misma, los residuos de los agroquímicos que están adheridos a la tela, son liberados al ambiente y como consecuencia, ellas los inhalan; el segundo escenario es cuando las hijas llevan la comida a las parcelas, independientemente si están o no rociando los plaguicidas, ellas “entran” a dejar los alimentos sin protección alguna, por lo que se exponen a los mismos de manera importante”. Los análisis realizados mostraron la magnitud de la exposición a estos agroquímicos. De acuerdo con el informe, “se podría crear un patrón de alteraciones en las generaciones subsecuentes que afectaría no solo a estas adolescentes, sino también a sus hijas, por lo que las jóvenes serían propensas a desarrollar cáncer de mama, a presentar abortos e infertilidad y sus hijas pudiesen tener bajo peso al nacer, pubertad precoz y susceptibilidad a diferentes tipos de cáncer entre otras afectaciones”. El estudio también propone estudiar otros factores que pueden tener incidir en los resultados, tales como estrés, ansiedad y depresión; trastornos de la alimentación, entre otros. Casos en diversas zonas agrícolas La literatura científica consigna la exposición de niños y niñas en diversos casos:
Agrícolas, incluyendo menores. Es importante decir que sólo en esta entidad cada año se presentan hasta 80 casos nuevos de cáncer infantil y se cree que este se debe a la actividad agrícola, de acuerdo con la Secretaria de Salud estatal.
Llamados al Estado mexicano por la situación de los niños yaquis Lo que sucede en México en materia de plaguicidas no es nuevo. Nuestro país ha recibido recomendaciones de organismos internacionales que le solicitan la prohibición de plaguicidas altamente peligrosos a fin de garantizar los derechos de niños y niñas. Una de las recomendaciones más importantes fue emitida por el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, en junio de 2015, cuando le solicitan al Estado mexicano prohíba la importación y el uso de “cualquier plaguicida o producto químico que haya sido prohibido o restringido para su uso en el país exportador”; que evalúe “el impacto de la contaminación del aire, agua, suelo y la contaminación electromagnética sobre la salud infantil y materna… para remediar la situación y reducir drásticamente la exposición a los contaminantes”, y que examine a fondo su marco normativo y lo ajuste para que las empresas que contaminen tengan responsabilidad legal.
Esta recomendación se dio debido a los informes sobre la situación de niñas y niños de comunidades yaquis en Sonora, quienes enfrentaban diversos problemas de salud debido a uso de plaguicidas altamente tóxicos, prohibidos o no autorizados en Estados Unidos, la Unión Europea y otros países, presentados por el Consejo Internacional de Tratados Indios (CITI). El CITI recopiló 80 testimonios en la comunidad yaqui de Sonora que documentaban enfermedades, lesiones, diversas discapacidades y más de 25 muertes vinculadas a la exposición a agroquímicos. La recomendación subraya que “Los niños corren un riesgo especial de sufrir efectos graves e irreversibles de la exposición a múltiples sustancias peligrosas en sus hogares, escuelas y terrenos de juegos. Es frecuente que los niños estén expuestos a niveles más elevados de sustancias peligrosas que los adultos, y esta exposición se produce en períodos críticos del desarrollo, cuando los niños corren un mayor riesgo frente a los efectos adversos de carcinógenos, sustancias químicas que producen trastornos hormonales, mutágenos, materias tóxicas para el sistema reproductivo y otras sustancias peligrosa”. Las autoridades no han hecho hasta ahora nada al respecto. La nueva administración tiene oportunidad de poner orden en el uso de plaguicidas y otros insumos químicos de la agricultura en nuestro país a través de una eliminación progresiva de plaguicidas altamente peligrosos. •
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