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Los hijos de Xipe Totec
Fco. Javier Márquez Juárez y Joseph Sorrentino 12 DE MARZO DE 2019 00:15 a.m. Es media noche y un nutrido grupo de jóvenes y adolescentes parten del barrio de la Cruz con música, flores y cohetes para dar mañanitas al patrón del pueblo, San Gregorio Magno, en el día de su fiesta. Entre lo sacro y lo profano, entre rezos y algarabía transcurren los primeros minutos de este día especial para los habitantes de San Gregorio Atlapulco. 6:45 am. Estamos frente al monolito de Xipe Totec en el cerro de Xilotepec. Aquí empieza la zona montañosa del pueblo. Lo primero que observamos al estar frente a Xipe Totec es que sus ojos miran directamente a Venus. También la horadación que está en sus pies apunta directamente al lucero de la mañana o la estrella del oriente como reza una alabanza de los concheros 6:45 am. Aunque el sol todavía no despunta el horizonte, el día ya a clareado y Venus persiste en dejarse ver entre la cruz oriente y la central que coronan Xilotepec. 6:55 am. A medida que el sol sale, Venus deja de ser perceptible. Por la cabellera del Iztaccíhuatl se van disipando las sombras y se alumbra parcialmente la mujer dormida: primero la cabeza, después el busto, el vientre y finalmente los pies. Paralelamente y con sincronía sucede lo mismo con la imagen del Dios mexica, empezando por el tocado hasta llegar a la pocita que está a sus pies. 7:05 am Parados entre los pies de Xipe Totec y de cara al horizonte, observamos que el sol sale entre dos elevaciones que están más debajo de la cabellera del Iztaccíhuatl. La visión solo dura unos segundos, pues el resplandor del sol impide seguir viendo el horizonte e incluso se difumina la vista de la mujer dormida. 7:10 am. El sol ilumina completamente al Iztaccíhuatl y el petro-grabado. En la actualidad solo existe este Xipe Totec, pero hace 35 años había otros dos ubicados en las peñas que se encontraban entre la cerrada Francisco Márquez y la calle 13 de septiembre, cerca de la calle Insurgentes. Ambos miraban hacia el cerro. La imagen de Xipe Totec también apareció en los restos arqueológicos que algunos vecinos tienen; entre ellos, una cabeza completa y un pedazo de rostro que muestra una nariz y una boca abierta. Xipe Totec era considerado por los mexicas dios de la fertilidad y de la vegetación que se renueva; de la lluvia ligera y benéfica para la agricultura y de los artesanos que trabajaban el oro. Se le asociaba también al Calmecac, la escuela para los hijos de los nobles. Algunos investigadores ubican su origen en la etnia Yopi, que habita la sierra y la costa Chica de Guerrero, específicamente Tlapa y los municipios de San Marcos y Ayutla de los Libres. Las representaciones más antiguas de este dios proceden del área de Teotihuacán y Texcoco. A la par del nombre “Nuestro Señor el Desollado” es conocido también como el “Bebedor Nocturno”, refiriéndose al pulque raspado en la noche o a la llovizna nocturna. En la mitología náhuatl recibe el nombre de Tlatlauhqui Tezcatlipoca “espejo humeante rojo”. Fray Bernardino de Sahagún describía así a Xipe Totec y su culto: “Este dios era honrado de aquellos que vivían a la orilla del mar: y su origen, tuvo en Zapotlán, pueblo de Jalisco… Hacían voto ante este dios de vestir su pellejo cuando se hiciese su fiesta: la cual se llama Tlacaxipehualiztli… En esta fiesta hacían como un juego de cañas, de manera que el un bando era de la parte de este dios… Iban vestidos de pellejos de hombres que habían muerto y desollado en esta fiesta. Los del bando contrario eran los soldados valientes y osados y personas belicosas que no temían en nada a la muerte. Ahí los unos y los otros se ejercitaban en el ejercicio de la guerra. Acabando este juego entraban a las casas y los hacían sentar en basecillas de hojas de zapotes y hechavanles (sic) al cuello unos saztales (sic) de mazorcas de maíz y otros saztales (sic) de flores que van desde el cuello hacia los sobacos. Tiene vestido un cuero de hombre… Está ceñido con unas falderas verdes… Tiene una rodela de color amarillo… Tiene un cetro” (Códice Florentino Capítulo XVIII). A partir de las descripciones hechas por los frailes, los códices y las representaciones de este dios, sus rasgos característicos son: la boca abierta, tocado cónico. En una mano lleva un chicahuaztli o palo de lluvia y en la otra, un escudo. Cuando no está revestido de piel humana tiene una túnica hecha de hojas de zapote. Otros atributos generalizados de su representación son: cara pintada con rayas amarillas y rojas, una banda en la frente. Ojos cerrados o abiertos en forma exagerada y en el escudo una flor. Como remembranza actual de este culto en San Gregorio, puedo mencionar la “fiesta de marzo”, que coincide con la veintena de Tlacaxipehualiztli, en la que se realizaba el desollamiento de sacrificados en honor a Xipe Totec. En estas celebraciones los sacerdotes se revestían con la piel del desollado. Al igual que los sacerdotes prehispánicos se revestían con una nueva piel en estas fechas; ahora, los habitantes originarios del pueblo tienen la costumbre de vestir ropa nueva el día de la fiesta. Hasta mediados del siglo XX, se realizaban en el cerro las “Teccictetl” o guerras a pedradas, que también pueden rememorar este culto a Xipe Totec. Por otro lado, a partir de la narración hecha en el Códice Florentino por Fray Bernardino de Sahagún, también pueden inferirse dos simbolismos más a Xipe Totec, aparte de la primavera. Uno es la guerra, actividad preponderante entre los mexicas durante el tiempo de sequía, y el otro es en relación al cultivo del maíz y las flores, productos característicos de la agricultura atlapulquense. Es menester recordar aquí que la imagen de Xipe Totec en el pueblo está en el cerro de Xilotepec, es decir el cerro del maíz tierno, y que del 12 de marzo al 5 de abril era el tiempo propicio para sembrar en la ciénaga el maíz marceño.
07:30 am. El estruendo de los cohetes y las nubes de humo opacan el azul del cielo, las notas del violín y la guitarra de la danza de vaqueros son apagadas por las notas de las bandas de viento que al unísono tocan el son del olotito y la pequeña serenata nocturna de Mozart. 8:00 am. Descendemos del cerro. Abajo, inicia la romería celebrando a San Gregorio Magno, padre actual de los atlapulquenses. La música, los cohetes, las danzas y las flores son las ofrendas que los fieles católicos brindan en holocausto a la divinidad. Arriba, “El bebedor nocturno” acompañado por su inseparable pareja, una deidad femenina con flores blancas que algún peregrino anónimo le ofrendó, unas cuantas hojas de pirul que el viento arrastró hasta la pocita destinada para los sacrificios y los ojos pétreos buscando fijamente a Venus que encontrará nuevamente hasta días próximos al equinoccio de otoño. El antiguo padre de los atlapulquenses esperará pacientemente que un nuevo ciclo de vida se cumpla. m. El estruendo de los cohetes y las nubes de humo opacan el azul del cielo, las notas del violín y la guitarra de la danza de vaqueros son apagadas por las notas de las bandas de viento que al unísono tocan el son del olotito y la pequeña serenata nocturna de Mozart. 8:00 am. Descendemos del cerro. Abajo, inicia la romería celebrando a San Gregorio Magno, padre actual de los atlapulquenses. La música, los cohetes, las danzas y las flores son las ofrendas que los fieles católicos brindan en holocausto a la divinidad. Arriba, “El bebedor nocturno” acompañado por su inseparable pareja, una deidad femenina con flores blancas que algún peregrino anónimo le ofrendó, unas cuantas hojas de pirul que el viento arrastró hasta la pocita destinada para los sacrificios y los ojos pétreos buscando fijamente a Venus que encontrará nuevamente hasta días próximos al equinoccio de otoño. El antiguo padre de los atlapulquenses esperará pacientemente que un nuevo ciclo de vida se cumpla. •
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