Jerusalén. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se convirtió este lunes en el primer jefe de Estado extranjero en visitar el Muro de los Lamentos junto a un primer ministro israelí, rompiendo una tradición diplomática.

Bolsonaro visitó, acompañado de Benjamin Netanyahu, este lugar sagrado del judaísmo, ubicado en la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Bajo la lluvia, el mandatario brasileño, ataviado con kipá, colocó sus manos sobre la antiguas piedras, mientras Netanyahu, a su izquierda, hacía lo mismo.

Este gesto simbólico, ocho días antes de las elecciones parlamentarias israelíes, se ha considerado un apoyo para la campaña del primer ministro, acosado por denuncias de corrupción.

Durante décadas, los dirigentes extranjeros han evitado aparecer junto a un mandatario israelí ante el Muro de los Lamentos para no posicionarse sobre cuestiones de soberanía.

El estatuto de Jerusalén es una de las cuestiones más espinosas del conflicto israelí-palestino.

Aunque el presidente estadunidense, Donald Trump, visitó el lugar en mayo de 2017, en esa ocasión estaba acompañado por el rabino del Muro, Shmuel Rabinovitz, y no por un dirigente israelí.

Trump ya rompió con décadas de consenso internacional y de diplomacia estadunidense al reconocer a Jerusalén como capital de Israel en diciembre 2017.

El Muro de los Lamentos está ubicado en Jerusalén Este, ocupado por Israel tras la Guerra de los Seis Días en 1967 y anexado en 1980, en una decisión que no ha sido reconocida por la comunidad internacional.

Israel considera toda Jerusalén como su capital indivisible. Para los israelíes, la soberanía del muro nunca se ha puesto en duda e incluso su conquista en 1967 se celebra como una liberación.

Los palestinos, en cambio, quieren que Jerusalén Este sea la capital del Estado al que aspiran, por lo que desde diciembre de 2017 suspendieron las relaciones con la administración Trump.

En otro orden, el Ministerio Público Federal en Brasil pidió el reingreso a prisión del ex presidente Michel Temer y otras siete personas que fueron puestas en libertad el pasado 25 de marzo por un tribunal de segunda instancia, tras haber sido acusados de corrupción en las obras de construcción de una central nuclear.