Sábado 16 de marzo de 2019, p. 9
El complejo penitenciario Islas Marías llegó a su fin luego de haber albergado a 45 mil internos en los 113 años que operó.
Durante el verano abrirá sus puertas por primera vez como centro cultural y de estudio del medio ambiente. Los primeros en visitarla serán estudiantes con el mejor promedio y se espera que durante el año 100 mil visitantes conozcan el archipiélago.
La Presidencia de la República abrirá las puertas del lugar a los medios de información este fin de semana para conocer la situación del complejo y cómo se encontraban los internos, algunos con sus familias.
La visita se dividirá en tres grupos. El primero recorrerá los centros federales Bugambilias y Aserradero, las áreas de ganadera, agropecuaria, el mirador en Punta Morro y manantial Camarón; el segundo visitará los centros federales Morelos y Laguna del Toro, éste destaca por tener un módulo de alta seguridad; los últimos recorrerán el antiguo Centro Federal de Readaptación Social Zacatal, la zona habitacional de puerto Balleto, el hospital, la iglesia, pista aérea y la zona de gobierno.
En el sistema penitenciario, Islas Marías era el mejor calificado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; sin embargo, para el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social representaba un alto costo la operación del complejo, además consideraba que se violentaban los derechos de los niños y las mujeres que vivían allí con el interno.
Los reos desarrollaban allí sus habilidades en talleres de música, teatro, baile, pintura, carpintería y artesanías con materiales reciclables y naturales. Sin embargo, el fin de semana pasado, los internos fueron trasladados al penal federal de Coahuila para después ser reubicados en otra cárcel cercana adonde se encuentran sus familiares. Otros podrán obtener su libertad anticipada. El penal se inauguró en mayo de 1905. Estuvieron presos el escritor José Revueltas; María Concepción Acevedo, La Madre Conchita, autora intelectual del homicidio del presidente Álvaro Obregón; Juan Manuel Martínez Macías, El Padre Trampitas, cura voluntario que estuvo ahí por 37 años que se hizo amigo de los reos más peligrosos; José Valentín Vázquez, Pancho Valentino, luchador profesional que asesinó a un sacerdote; José Hernández, El Guamas, un pagador
que aceptó culparse por delitos ajenos, y José Ortiz Muñoz, El Sapo, uno de los asesinos más sanguinarios del siglo pasado, por mencionar algunos.