Sociedad y Justicia
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Sin aviso, las obras empezaron en 2017

Rechazan en Tula proyecto para llevar más aguas negras a la región

La Conagua pretende ampliar el cauce del río para verter ahí el afluente del Túnel Emisor Oriente

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▲ La Conagua no avisó al gobierno ni a los habitantes sobre las obras en el río Tula, afirma la Red de Conciencia Ambiental Queremos Vivir.Foto Fernando Camacho Servín
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▲ El río Tula recibe descargas de 100 metros cúbicos de agua por segundo del río El Salto y otros 150 del Túnel Emisor Central.Foto Fernando Camacho Servín
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Periódico La Jornada
Domingo 30 de diciembre de 2018, p. 26

Tula, Hidalgo., Un grupo de vecinos del municipio de Tula de Allende, en el estado de Hidalgo, se ha organizado para rechazar un proyecto de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que busca ampliar el cauce del río Tula, con la finalidad de transformarlo en un canal a donde vayan a parar más aguas negras de las que de por sí se han enviado allí durante casi 50 años, desde la capital del país.

De acuerdo con los habitantes de esa localidad, la iniciativa del organismo gubernamental –suspendida temporalmente, pero no descartada– implicaría llevar a esta región el triple de aguas residuales de las que hoy ya recibe, lo que empeoraría aún más los ya elevados niveles de contaminación y plantearía el riesgo de que ocurrieran inundaciones de gravedad.

Las aguas negras que vienen...

Los habitantes de Tula supieron de este proyecto en noviembre de 2017, cuando se enteraron de boca en boca y por las redes sociales que había máquinas talando decenas de ahuehuetes y pirules centenarios en unas de las riberas del río, cercana al parque ecológico Los Álamos, sin que nadie les hubiera notificado antes de qué se trataba aquello.

Al presentarse en el lugar, situado en el ejido de San Miguel Vindho, supieron que la Conagua ya había derribado al menos 500 árboles –de 9 mil que estaban planeados– para ampliar el cauce del río. Cuando pidieron a los obreros los papeles que los autorizaban a realizar esa tala masiva, éstos admitieron que no los tenían. Sólo así los vecinos lograron convencerlos de parar.

Unos días después conocieron los detalles del proyecto: la Conagua quería ensanchar el río para evitar inundaciones, pues tiene el plan de enviar allí las aguas residuales del Túnel Emisor Oriente (TEO), que se sumarían a las que ya recibe del Túnel Emisor Central (TEC) y del río El Salto.

De inmediato, los vecinos se reunieron con el presidente municipal Ismael Gadoth Tapia Benítez (PRI), a quien convencieron de pedir por escrito al organismo regulador del líquido que parara sus obras, mientras no mostrara todos los permisos correspondientes y explicara los alcances de las mismas.

Un par de días después, la Conagua confirmó que el propósito de las obras era rectificar y ampliar el cauce del río, para que pudiera enfrentar con seguridad las nuevas condiciones de flujo, impuestas por la futura descarga del TEO, que se sumaría a las del TEC y otros cuerpos de agua, como la presa Requena y los ríos Tlautla y Rosas.

Para lograrlo, el organismo indicó que tendría que desazolvar el río Tula y revestirlo de concreto en ambas orillas, en un área de 19 mil 200 metros cuadrados. De esta manera, dijo, se protegería a Tula y Melchor Ocampo de sufrir inundaciones.

Aviéntales el agua para allá

Sin embargo, los opositores a la obra –quienes conformaron la Red de Conciencia Ambiental Queremos Vivir– documentaron varias irregularidades en la actuación de la Conagua; entre ellas, que nunca avisó al gobierno ni a los habitantes de Tula sobre la obra; no contaba con diversos permisos, y había presentado una manifestación de impacto ambiental incompleta.

Todo ello, dijeron, configura el delito de ecocidio, y no sólo por la tala inmoderada de árboles, sino también por las consecuencias que traería la llegada de más aguas negras a un municipio que ya se había ganado el dudoso honor de ser considerado el lugar más contaminado del mundo, como lo definió la Organización de Naciones Unidas en 2005.

De acuerdo con los cálculos del colectivo, en la actualidad el río Tula recibe descargas de 100 metros cúbicos de agua por segundo del río El Salto, más otros 150 del TEC. A ello, habría que sumarle los 170 que llegarían del TEO, que darían un total de 420 metros cúbicos por segundo.

La planta tratadora de El Salto, de la Conagua, ubicada en el municipio de Atotonilco, sólo tiene capacidad para limpiar 50 metros cúbicos por segundo, por lo que 370 metros seguirían sin tratarse, lo cual haría aumentar los niveles de contaminación en la zona y afectaría en primer lugar a los más de 100 mil habitantes de Tula de Allende.

Durante un recorrido de La Jornada por la zona, Saúl Basurto Guerrero, integrante de la red Queremos Vivir, recordó que el origen de los problemas de contaminación en esta zona de Hidalgo se remonta a medio siglo, cuando el gobierno del país tomó la decisión de enviar al río Tula todas las aguas negras de Ciudad de México y su zona conurbada, lo cual se ha hecho más grave por el crecimiento irregular y descontrolado de la megalópolis.

Si amplían el cauce del río para intensificar su uso como alcantarilla, “no van a caber las aguas por aquí y esto se va a desbordar. Así como lo hicieron hace 50 años, el gobierno está tomando decisiones de manera irresponsable y mucha gente nos vamos a morir por eso. Ellos no quieren complicarse tanto, nada más dicen ‘aviéntales el agua para allá’”, lamenta Basurto.

Los temores del activista y de sus compañeros no parecen infundados, pues en el centro de Tula ya ocurrió una inundación en 2008, debido a que las fuertes lluvias provocaron una crecida del río en esta zona, la más baja para el cuerpo de agua y en donde naturalmente tiene la posibilidad de ensancharse más.

Ese siniestro llevó a los habitantes de las zonas afectadas a una decisión que tiene mucho de paradoja: aceptaron que se revistiera de concreto el río a la altura de las colonias La Malinche y 16 de Enero para evitar nuevas inundaciones, aunque eso implique avanzar en el plan de la Conagua de enviar allí más aguas residuales.

Unos 100 vecinos de esos asentamientos, de hecho, participaron en la obra de encementado, que inició en marzo de 2017 y se llevó alrededor de un año. Alejandro Cortés, delegado de la colonia 16 de Enero, se queja del olor que despide el río y de las enfermedades que padecen los habitantes, pero tampoco ve más alternativas que vivir así.

El gobierno es el gobierno, ¿qué podemos hacer contra ellos? Si en verdad queremos salvar el río, tenemos que remediarlo de raíz y ver qué empresas están contribuyendo para que se encuentre en estas condiciones, señala.