Trump sale de Siria y se medio retira de Afganistán, pero se queda en Irak // Se gesta la divisón norte-sur de Medio Oriente
n la Era de los misiles hipersónicos, como el icónico Avangard que exulta el zar Vlady Putin, cambiaron radicalmente las coordenadas del tiempo y el espacio, cuando una invasión militar puede ser paradójicamente más incómoda que benéfica (http://bit.ly/2QaKTSt)”.
Varios medios de Estados Unidos confesaron que carecen de defensa alguna
contra el misil hipersónico ruso Avangard (http://bit.ly/2QbcQtc), lo cual adelanté hace casi un año (http://bit.ly/2OTZvX3).
Trump anunció en forma intempestiva la salida del ejército estadunidense de Siria y su retirada a medias
en Afganistán, donde mantiene 14 mil tropas que serán reducidas a la mitad, mientras fortalece su presencia en Irak (http://bit.ly/2VhU3QX), lo cual orilló al secretario del Pentágono, general James Ma-ttis, a presentar su renuncia en términos poco amables (http://bit.ly/2rW2LGR).
Trump se queda sin los militares con quienes inició su polémico mandato: el teniente general Michael Flynn y los generales H.R. McMaster, James Mattis y John Kelly, pero en su calidad de comandante supremo de las fuerzas armadas de Estados Unidos visitó, con su esposa Melania, la base aérea Al-Assad en Irak occidental, con el fin de diluir las protestas domésticas de sus adversarios e iniciar su campaña de relección.
A mi juicio, el redespliegue de Trump es para concentrarse en sus dos grandes guerras –geoeconómica y geopolítica– contra China, como declaré a CNN (http://bit.ly/2QawrK0).
La derrota de Estados Unidos desde Siria hasta Afganistán es de los Bush, Obama y Hillary Clinton; no de Trump.
La cartografía de Medio Oriente cambió dramáticamente con vencedores y perdedores: entre los primeros, Rusia, Irán, Turquía; y entre los segundos, Estados Unidos, los kurdos (http://bit.ly/2Q7RJYU), Israel y la mayoría de las seis petromonarquías del Golfo, con la excepción de Catar.
Durante mi reciente estancia en Estambul, detecté el eje conformado por Turquía/Irán/Catar/Hamas (Gaza), lo cual deja atrás el simplismo maniqueo de sunitas contra chiítas que beneficia las balcanizaciones israelí-anglosajonas.
Se gesta la división de Medio-Oriente entre su geografía norteña más poderosa (Turquía/Irán/Pakistán) y sureña, primordialmente empantanada con su guerra en Yemen –la cual había sido anticipada por Alastair Crooke, ex agente británico, luego asesor del canciller europeo Javier Solana y hoy connotado analista de Strategic Culture.
Es probable que, además de los dos trascendentales factores del misil supersónico ruso Avangard y de las dos guerras –geoeconómica y geopolítica– de Trump contra China, haya contribuido el efecto Khashoggi
.
No pasaron desapercibidos tanto la inusitada dureza del Congreso contra la presencia de Arabia Saudita en Yemen como el reporte de la CIA contra el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, quien nunca ocultó su repugnancia hacia sus tres villanos
: Turquía, Irán y el extremismo islámico
(https://reut.rs/2Q7QngM ).
Los vacíos siempre se llenan. Sputnik anuncia que “Turquía continúa la concentración de tankers y artillería cerca de su frontera con Siria”, donde se concentran los kurdos “apoyados ( sic)” por Estados Unidos e Israel (http://bit.ly/2QaCIWc).
También el portal ruso asevera que el “Kremlin confirma el control de la estratégica ciudad de Manbij por el ejército sirio (http://bit.ly/2VciQWB)”.
La intempestiva salida de Trump de Siria y su media retirada de Afganistán han tenido reverberaciones con el trueque de las alianzas intermitentes: visita del presidente sudanés Omar al-Bashir a Siria; reapertura de la embajada de Emiratos Árabes Unidos en Damasco; probable invitación del presidente sirio Al Assad a la próxima cumbre de la Liga Árabe de marzo en Túnez; cambio del gabinete en Arabia Saudita, etcétera.
De no ser por la concentración del ejército de Estados Unidos en Irak –donde tampoco es muy bien recibido que se diga frente a la protesta de la mayoría de los chiítas pro-iraníes que piden la expulsión del ejército ocupante después de 17 años–, ahora estuviésemos ante la concreción del corredor chiíta
–eco del famoso Creciente chiíta
que adelanté hace 12 años (http://bit.ly/2Qcvcdo)– desde Teherán hasta Beirut.