Puebla, Pue., La Constitución de Puebla contiene un vacío jurídico sobre el nombramiento de un gobernador interino que podría propiciar la disputa entre los grupos parlamentarios luego del fallecimiento, en un accidente aéreo, de la titular del Poder Ejecutivo local, Martha Érika Alonso Hidalgo.

La bancada de Morena argumenta que el texto constitucional y las leyes secundarias permiten designar al mandatario por mayoría absoluta, es decir, con el voto de al menos 21 diputados que ese instituto político de izquierda y sus aliados –los partidos del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES)– tienen garantizados al sumar 22 integrantes.

En tanto, trascendió que Acción Nacional (PAN), partido en el que militaba Alonso Hidalgo, que junto con sus aliados suma 14 legisladores, defenderá que la definición del gobernador se realice con base en el voto de las dos terceras partes, que es igual a 28 diputados de un total de 41.

Y es que si bien la Constitución no exige esa modalidad de votación para nombrar a un mandatario interino, sí lo demanda en temas que considera de igual importancia, como la desaparición de un ayuntamiento.

El artículo 57, fracción XVII, de la Constitución poblana señala que el Congreso definirá gobernador con el carácter de interino ante la ausencia del ocupante de ese cargo en los dos primeros años del periodo constitucional, mientras el artículo 77 señala que el nombramiento tiene que hacerse de inmediato, pero no define la forma de votación.

La fracción legislativa de Morena arguye que el artículo 188 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo estipula que “todas las votaciones se resolverán por mayoría absoluta de votos, excepto aquellos casos en que la Constitución política (…) esta ley o su reglamento interior dispongan de otra cosa”. De requerirse el voto de las dos terceras partes, la designación de un mandatario interino obligaría a todas las bancadas a trabajar en un acuerdo.

Las negociaciones se realizarían en un entorno de abierta confrontación entre Morena y PAN, que se ha mantenido desde la instalación de la LX Legislatura, el 15 de septiembre pasado, y que llegó a los golpes el 20 de noviembre por diferendos sobre la conducción de Morena en el trabajo parlamentario.

Los cinco miembros de las bancadas de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México (PVEM) no alcanzan a Morena para reunir 28 votos, además de que los diputados del tricolor y el verde no tienen buena relación con los líderes del partido de izquierda, a quienes han acusado de conducirse sin técnica legislativa.

De conseguir el respaldo de PRI y PVEM, Morena, PT y PES (que conformaron la coalición Juntos Haremos Historia en los pasados comicios) requerirían además el apoyo de uno de los 14 diputados del blanquiazul y sus aliados.

En tanto, el frente del PAN lo integran los partidos de la Revolución Democrática, Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y Compromiso por Puebla –con registro local–, los cuales requieren forzosamente el respaldo del bloque de Morena, ya que sólo cuenta con 14 integrantes y los cinco del PRI y PVEM le garantizarían sólo 19.