on motivo del otorgamiento de la Medalla Belisario Domínguez, que concedió el Senado de la República al destacado mexicano que es Carlos Payán Velver, director general fundador de La Jornada, rindo un sentido homenaje al humanista de reconocida trayectoria y al hombre noble, culto, maduro, valiente, decidido, comprometido y de gran pasión por las mejores causas de México y de la humanidad.
Sus pasos por el periodismo, el ámbito editorial, las artes cinematográficas y el Senado de la República, le permitieron contribuir, de manera notable, al desarrollo político, cultural y democrático de nuestro país, lo cual le valió para que le fuera otorgada la preciada condecoración.
Expreso, asimismo, mi más cálido reconocimiento al discreto y fino poeta que, en la intimidad de su negado pero existente refugio espiritual, supo construir una imaginaria y metafórica caja de seguridad, para guardar y almacenar en ella, secretamente, como tesoro muy personal, jamás heredado, sus poemas, su amor, su sapiencia y su vida; aunque, para fortuna nuestra, sí ha hecho públicos sus conceptos sobre la justicia, la independencia, la dignidad, las letras, la democracia, la libertad y la gente, más sus ideas por un México soñado, mejor, de progreso compartido, de grandeza y de oportunidades para todos.
Conocí a Carlos Payán Velver cuando fungía como subdirector del periódico Uno más uno, en su mejor época, bajo la dirección de Manuel Becerra Acosta.
Poca gente sabe que Carlos Payán, en su juventud madura, antes de ser el editor y el poeta de altos vuelos que fue y que es, se desempeñó como servidor público, en el área de Fomento Cooperativo de la entonces Secretaría de Industria y Comercio, y en la etapa inicial del Infonavit, habiendo destacado por su honestidad y por su dedicación en favor de la gente, sobre todo la de menores recursos.
Después de la dolorosa despedida colectiva de Uno más uno, Carlos Payán Velver encabezó a la pléyade de intelectuales que fundó La Jornada. Y así nació este gran periódico, bajo los mejores augurios ciudadanos, aunque sin recursos financieros suficientes, pero merced a la talentosa y atinada dirección, y la formidable valía del equipo, se logró el milagro editorial del que nos sentimos orgullosos y motivados para seguir adelante, superando vicisitudes y progresando, orgullosos de ser fundadores de este proyecto que ya es un referente histórico de los últimos 35 años.
¡Rindamos loor a Carlos Payán Velver!, pues lo merece; como lo hizo el Senado de la República, donde pronunció un magnífico discurso, de dimensión histórica, en el que se pronunció en defensa de la patria, de los periodistas, de los migrantes, de la democracia y en contra del fascismo de estos tiempos y de los abusos del nuevo imperio que pretende cercenarnos y volvernos sus gendarmes. Lo hizo muy bien, durante su ceremonia, en la misma tribuna desde la que el senador chiapaneco Belisario Domínguez fustigó al usurpador Victoriano Huerta.
¡Salud, mi viejo vals!