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Distribuidor en EU lo llamaba The man

Había dinero, presión y miedo, dicen tres narcos de su trabajo con El Chapo

Al visitar al capo, vi a un hombre desnudo, torturado, encadenado a un árbol, cuenta testigo

 
Periódico La Jornada
Domingo 23 de diciembre de 2018, p. 14

Nueva York. Uno era un adicto al juego que se sometió a una cirugía plástica para cambiar su apariencia. Otro comenzó su vida delictiva a los cuatro años. Un tercero era un niño de Chicago que hizo una fortuna con el tráfico de drogas.

Los tres, Tirso Martínez Sánchez, Jorge Cifuentes y Pedro Flores, están testificando en el juicio contra el narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán en un largo proceso en Estados Unidos.

Al ilustrar la imagen de la bonanza de cocaína colombiano-mexicana de las décadas de 1990 y 2000, los tres narcotraficantes describieron en la corte federal de Brooklyn las recompensas, reveses y rarezas de trabajar con el jefe del cártel de Sinaloa.

Aquí hay algunos puntos destacados de sus testimonios:

Al igual que otros narcos importantes de su época, Martínez ganó más dinero del que podía gastar. Testificó que usó un poco para comprar equipos de futbol en México, lo que le valió el apodo de El Futbolista. Además tenía adicción por las apuestas.

El testigo de 52 años relató que uno de sus ex jefes se disparó en la cabeza para no ser detenido, mientras otro murió en la mesa de operaciones durante una cirugía plástica para alterar su apariencia.

Martínez declaró que, a partir de 2000, supervisó un plan de Guzmán para transportar cocaína desde México hasta Nueva York por tren. Calcula que ganó unos 20 millones de dólares en esos operativos antes de abandonarlos debido a la presión ejercida por Guzmán ante pérdidas generadas por decomisos.

Reclutado a los 4 años

Cifuentes describió cómo su padre lo reclutó a los cuatro años para ayudar a mover cigarrillos y alcohol ilegales en Medellín, Colombia.

Testificó que muchos de sus ocho hermanos estaban en el comercio de drogas y que tenían conflictos como cualquier otra familia.

Cifuentes, de 55 años, enviaba cocaína colombiana al cártel de Sinaloa por avión. Dice que se reunió con El Chapo en su rancho en 2003, donde festejaban dos años de que Guzmán había escapado de prisión.

En otra reunión en 2009, declaró el testigo, compartió un cigarro de mariguana con Guzmán, quien le dijo: esto no me hace nada.

Los gemelos Pedro y Margarito Flores, de 37 años, eran tan buenos distribuyendo cocaína en Estados Unidos que Guzmán los buscó.

Pedro Flores, quien se refiere a Guzmán como The Man (El Hombre), describió que aun cuando El Chapo estaba prófugo, los gemelos pudieron seguir adelante con su red en Estados Unidos con suficiente éxito como para reunirse con el narco mexicano en las montañas de Sinaloa. Flores relató que de camino al encuentro vio a un hombre desnudo, aparentemente torturado. Estaba atado a un árbol con una cadena, dijo.

El estrés del trabajo y los peli-gros de una sangrienta guerra dentro del cártel convencieron a Flores a comprometerse con federa-les estadunidenses.