Ultimato
l ultimato que Estados Unidos impuso a Rusia para reconsiderar su decisión de abandonar el Tratado de eliminación de misiles de corto y medio alcance (INF, por sus siglas en inglés) –suscrito en 1987 para prohibir ese tipo de armamento en un rango de 500 a 5 mil 500 kilómetros–, es un triple sinsentido.
En primer lugar porque no se puede hablar con Rusia, con su demoledor arsenal nuclear, desde posiciones de dictado. En segundo, debido a que es un simple pretexto para incrementar el gasto militar. Y por último, dado que la intención de obtener ventajas sobre el adversario no resuelve el desenlace inevitable: la aniquilación mutua.
Detrás de sus recriminaciones recíprocas emerge una realidad indisputable: el Tratado INF dejó de existir el día que los firmantes empezaron a gastar millones para engañar a su contraparte. Los rusos, según los estadunidenses, habilitando un misil crucero de emplazamiento terrestre que puede operar en un rango de hasta 2 mil 300 kilómetros; los estadunidenses, de acuerdo con los rusos, desplegando drones de combate de largo alcance que Moscú equipara con misiles y dotando sus instalaciones terrestres en Europa con rampas de lanzamiento de misiles crucero idénticas a las usadas desde el mar.
Los expertos de uno y de otro lado saben que –por la acumulación de ojivas nucleares y la multiplicación de medios portadores (misiles balísticos, bombarderos, submarinos y buques de guerra, etcétera)– es imposible romper el equilibrio estratégico, pero se pretende presentar a la contraparte como responsable de destruir los pactos de desarme y justificar la necesidad de restablecer el balance nuclear.
Así, los gobernantes, frente a su auditorio doméstico, ganan puntos culpando a sus homólogos, en tanto los fabricantes de armas –las grandes corporaciones de EU que todos conocemos y las de Rusia, muchas de éstas en manos de hijos, yernos y otros familiares de miembros del primer círculo del Kremlin– acumulan insultante riqueza.
Cuando Estados Unidos cumpla el procedimiento para desligarse del Tratado INF se perderán muchos años para superar la desconfianza y volver a negociar un acuerdo de desarme, mientras la inevitable espiral armamentista que se va a desatar entre Moscú y Washington sólo aumentará el riesgo de que estalle un conflicto nuclear devastador.