Moscú. Cientos de miles de personas, según estiman los organizadores, durante dos meses aquí en Moscú y otros dos en San Petersburgo podrán apreciar más de 90 cuadros de dos de los más grandes pintores que ha dado México, Frida Kahlo y Diego Rivera –y que nunca se habían expuesto juntos en Rusia de esa forma tan amplia–, cuya muestra Viva la vida se inauguró este viernes en una de las salas más prestigiadas de la capital rusa, el centro de exhibiciones Manege, a escasos metros de la emblemática Plaza Roja.

‘‘Es muy importante que tengamos aquí en Rusia la exposición de Frida y Diego, la cual –merece destacarse– es única porque se presenta cuadros que jamás se han visto en Moscú. La curadora Katarina Lopatkina logró un equilibrio ideal en lo referido a la cantidad de cuadros de ambos y de la evolución artística que tuvieron”, comenta a La Jornada la embajadora de México en Rusia, Norma Pensado.

Y complacida de que durante su gestión se haya podido abrir esta gran exposición, una de las mejores cosas que le pueda pasar a una embajada en cuanto a promoción cultural de México, comparte su entusiasmo: ‘‘Hay obras tanto de Frida como de Diego que tienen que ver con sus primeras incursiones en la pintura hasta cuadros como más acabados, digamos, que reflejan su evolución como artistas, como figuras sociales de la época que les tocó vivir”.

Obras prestadas por el Museo Dolores Olmedo

Sin riesgo de exagerar, para el conocedor público local, es el acontecimiento del año en materia de exposiciones de arte y desde hace meses las personas, conscientes de que tendrán que hacer cola de varias horas a temperaturas que rondan esta época del año entre 10 y 15 grados bajo cero, estaban contando los días para poder plantarse ante las obras, prestadas por el Museo Dolores Olmedo, así como por el nieto del insigne muralista, Juan Coronel Rivera, la Galería Arvil, colecciones privadas de Europa y museos rusos como el Pushkin.

El titular del Departamento de Cultura de Moscú, Aleksandr Kibovsky, considera que ‘‘es difícil sorprender a Moscú, una de las capitales mundiales del arte, donde cada día se inauguran tres o cuatro exposiciones, pero la muestra de Frida Kahlo y Diego Rivera es sin duda excepcional y prevemos que tendrá mucho éxito en términos de visitantes, no sólo rusos, sino también extranjeros que están dispuestos a venir con el propósito principal de no perderse la exposición”.

Añade: ‘‘Aquí estoy convencido de que se va a repetir el fenómeno de cuando llevamos a París lo mejor de la colección de impresionistas de los museos rusos, que fue visitada, además de franceses, por muchísimos europeos”.

Fortalecer vínculo bilateral en todos los campos

Organizada por la Fundación Conexión de los Tiempos, que preside Vladimir Voronchenko, esta gran exposición comenzó a gestarse hace dos años cuando el también coleccionista privado y director del Museo Fabergé de San Petersburgo llevó a la ciudad del Neva la primera gran retrospectiva de Frida Kahlo, 34 cuadros y dibujos, en territorio ruso.

‘‘Quedé impactado con la obra de Frida, para mí y para la mayoría de los rusos resultó todo un descubrimiento. Cuando nos dimos cuenta de que casi 250 mil personas habían visto la exposición en nuestro pequeño museo, que puede albergar a no más de 4 mil visitantes por día, me fijé como meta traer a la mejor sala de exhibiciones de Rusia la muestra más completa posible de Frida y Diego”, relata Voronchenko.

Muchos son los cuadros de Frida Kahlo que acaparan el interés de los espectadores, entre otros y por mencionar apenas tres, La columna rota (1944), Autorretrato con changuito (1945) o Mi nana y yo (1937), pero hay uno, La mesa herida (exhibido por primera vez en 1940), que está representado sólo en fotografía ya que se perdió irremediablemente en Varsovia en 1954.

En cambio, otro cuadro, Gloriosa victoria (1954), mural de Diego Rivera, que formó parte de una muestra de 19 artistas mexicanos por países del bloque socialista y que también estuvo desaparecido durante medio siglo, se exhibe por primera vez en Moscú.

Donado por el maestro a la Unión de Pintores de la Unión Soviética, estuvo enrollado en la bodega del Pushkin de Moscú hasta que La Jornada dio a conocer en primicia, en el año 2000, que el museo confirmó que Gloriosa victoria formaba parte de su acervo, a diferencia de otro mural de Rivera, Pesadilla de guerra, sueño de paz, (1951-52) extraviado desde 1957 y probablemente destruido en China.

Para la embajadora Pensado, ‘‘esta exposición de Frida y Diego llega en un momento muy particular, relevante para fortalecer la relación de México con Rusia porque hemos visto realmente cómo desde hace un año se ha ido reactivando la relación bilateral en todos los campos, el turismo está aumentando, nuestro comercio está creciendo y no se diga el conocimiento mutuo de las dos sociedades, de las dos culturas”.

Explica la diplomática mexicana: ‘‘Lo que pasó durante el Mundial de futbol aquí en términos de la gran cantidad de compatriotas que vinieron a seguir a la selección fue algo extraordinario. Nunca nos imaginamos que iba a ser de tal dimensión y los rusos se dieron cuenta de cómo somos los mexicanos y puede decirse que hubo realmente una comunión, se llevaron muy bien, se entendieron a la perfección mexicanos y rusos; los mexicanos se llevaron una grata sorpresa al descubrir Rusia, Moscú, los habitantes de este país, en resumen, la cordialidad marcó el aspecto humano y, a partir de eso, los rusos tienen una gran avidez de conocer más acerca de México”.

En México, exposición de Kandinsky

En ese contexto, la embajada brindó todo el apoyo necesario para que Viva la vida pudiera llevarse a cabo, junto con el programa de actividades paralelas a la exposición que está previsto (tres proyecciones, conferencias, una obra de teatro, performances, fotografías, documentos, entre éstos 20 cartas de amor de Frida y Diego).

Como parte de la misma intención de los gobiernos de México y de Rusia de mantener el creciente interés por el conocimiento recíproco de la cultura de ambos países, en la capital mexicana continúa abierta con gran éxito –y podrá visitarse hasta el 27 de enero siguiente–, la muestra Kandinsky: pequeños mundos, fruto de la colaboración del Museo del Palacio de Bellas Artes con la Galería Tretiakov de Moscú, sobre todo, y en menor escala con el Pushkin también de la capital rusa y el Ermitage de San Petersburgo.