Estrenan en el teatro Bolshói la ópera Un día en la vida de Iván Denísovich, basada en la novela homónima del célebre disidente; el montaje es dirigido por su hijo Ignat
Sábado 8 de diciembre de 2018, p. 2
Moscú. Un hijo del famoso disidente soviético Alexander Solyenitsin, quien fue expulsado con su familia después de haber mostrado al mundo los horrores de los campos de trabajos forzados, vuelve a Ru-sia para dirigir una ópera basada en laobra de su padre y enviar un mensaje a su país natal.
La ópera Un día en la vida de Iván Denísovich, que ayer se estrenó en el teatro moscovita del Boslhói, se inscribe en los actos previstos en la capital rusa para conmemorar el centenario del natalicio del premio Nobel de Literatura 1970.
‘‘Es un recuerdo útil del camino recorrido por Rusia: no sólo Solyenitsin ya no está prohibido, sino que se estudia, se lee y se debate’’, celebra Ignat Solyenitsin en una entrevista antes del ensayo general.
‘‘Es un país muy diferente del que expulsó a Solyenitsin en 1974, y con todo un país que seguramente tiene aún un largo camino que recorrer antes de volverse (...) totalmente normal, integrado y donde las personas se sientan orgullosas y satisfechas’’, añadió el director de orquesta de 46 años, quien vive en Nueva York con su familia.
Un día en la vida de Iván Denísovich es una novela corta basada en la experiencia de Alexander Solyenitsin como prisionero político.
Testigo de la represión estalinista y sus millones de muertos, el libro, que se publicó primero en 1962 en la revista liberal soviética Novy Mir (Nuevo Mundo), relata una jornada en un campo de trabajos forzados a través de la mirada de un detenido.
En la ópera, montada en una pequeña sala del Bolshói, se pueden ver a guardias de prisión en el balcón rodeado de alambres de una torre de vigilancia mientras los focos se mueven en la sala como buscando a un fugitivo.
Nueva represión
Según el compositor de la ópera, Alexander Chaikovski, Solyenitsin era por lo general reticente a las adaptaciones de sus obras, pero acabó dando su acuerdo.
La ópera Un día en la vida de Iván Denísovich fue montada por primera vez en 2009. ‘‘Desafortunadamente falleció antes’’ de verla, lamenta el compositor.
Para celebrar su centenario natal, el 11 de diciembre, las autoridades inaugurarán un nuevo memorial en su honor en Moscú.
Varios teatros preparan producciones basadas en sus creaciones y el ayuntamiento de la capital rusa lanzó una aplicación que propone una ‘‘visita guiada Solyenitsin’’ por esa urbe.
En contraste, varias voces críticas acusan al gobierno de Vladimir Putin de continuar la represión contra los artistas e intelectuales, con procesos denunciados de ‘‘estalinistas’’ por Amnistía Internacional. Sin embargo, a Ignat Solyenitsin no le gusta vincular a los opositores contemporáneos con su padre, que se reunió varias veces con Putin al final de su vida y no era un crítico del ex agente del KGB.
‘‘Es comprensible que las personas hagan paralelismos, pero yo diría que las diferencias superan a las similitudes’’, opina el hijo del disidente.
El papel de la cultura
Alexander Solyenitsin volvió triunfalmente a Rusia en 1994, después de dos décadas en el exilio a raíz de la publicación en 1973 de Archipiélago Gulag. La familia del escritor pasó la mayor parte de esos años en Cavendish, Vermont, Estados Unidos, donde tenía fama de discreto.
Toda la familia volvió a Rusia salvo Ignat, quien desarrolla una brillante carrera de director de orquesta y pianista en ese país.
Ignat, quien posee las nacionalidades rusa y estadunidense, dice sentirse ‘‘a veces un poco incómodo’’ de estar entre esas dos culturas, en el actual clima de tensiones. Sin embargo, rechaza la idea de una ‘‘nueva guerra fría’’ entre Rusia y Occidente. Cree que la cultura tiene un papel por desempeñar. ‘‘Incluso durante la época soviética, la cultura era el mejor producto de exportación de la Unión Soviética. El teatro, las arte nos recuerdan lo que tenemos todos en común’’.