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Al cine lo llamaría simplemente vida, decía Bertolucci

El cineasta italiano murió a los 77 años de edad, en su casa, en Roma

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 27 de noviembre de 2018, p. 7

Roma. Al cine lo llamaría simplemente vida. No creo haber tenido una existencia fuera de él, declaró en una ocasión Bernardo Bertolucci, el último maestro del séptimo arte italiano del siglo XX, quien falleció ayer a los 77 años, a causa de una crisis respiratoria, en su casa, en el barrio de Trastevere, en Roma.

Bertolucci cortó con el cine hace tiempo. En 2003, una aparentemente banal cirugía por una hernia de disco lo dejó en silla de ruedas. Desde entonces el único hilo que lo ató a ese arte –y a la vida– fue una pantalla gigante en su sala y una última película Io e te (2012), adpatación del libro homónimo de Niccolò Ammaniti.

Bertolucci necesitaba de una cuadrilla para moverse. Esa película, rodada en un desván y con dos jóvenes actores, le permitió trabajar, lo cual fue terapéutico.

Nació en Parma el 16 marzo de 1941 en un ambiente familiar culturalmente estimulante. Su prometedora carrera de poeta fue truncada al sonar el timbre de la puerta de su casa: era Pier Paolo Pasolini, quien buscaba a su padre, Attilio, un poeta consolidado.

Fue con Pasolini que Bertolucci se inició en el cine, primero como guionista y luego detrás de la cámara, con Accattone, en 1961. El director de El Decamerón le escribió el guion de su primer largometraje, La commare secca (1962).

Después surgió el cine personal de Bertolucci, caracterizado por una inmersión en la subjetividad interior de los personajes en el contexto amplio de la historia y del empeño civil, no sin una suavidad lírica y cromática.

El reconocimiento internacional le llegó con La estrategia de la araña, filme inspirado en un cuento de Jorge Luis Borges y en la novela El conformista, de su amigo Alberto Moravia. Aunque fue con El último tango en París, protagonizado por un Marlon Brando maduro y una joven Maria Schneider, cuyas escenas de erotismo explícito causaron un inmenso escándalo, la que lo lanzó a la fama mundial, así como a problemas legales y de censura.

Foto
▲ Bernardo Bertolucci, el 19 de noviembre de 2013, cuando fue develada su estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood. En el centro, el 8 de septiembre de 1999, en Roma, y abajo, el 25 de mayo de 1981, en el festival de Cannes.Foto Ap y Afp

En Italia queda como el mayor éxito taquillero de la historia. Fue célebre la escena de la violación anal a la Schneider que muestra a Brando lubricándose con mantequilla. La actriz, inadvertida y sin la escena en el guion, se sintió sexualmente humillada al punto de haber afirmado que esa toma destruyó su vida.

Retrato de Italia

Con las ganancias, Bertolucci pudo rodar Novecento (1976), un retrato de Italia de finales del siglo XIX hasta la caída del fascismo.

Fue con el filme El último emperador (1987), ganador de nueve premios Óscar –incluyendo el de mejor director– que adaptó el cine de autor a la factura colosal de las producciones comerciales hollywoodenses. Siguieron cintas de gran éxito, como Pequeño Buda (1993) y más recientemente Soñadores (2003), ambientada en el mayo francés del 1968.

En 2007, Bertolucci fue premiado con el León de Oro a su trayectoria en el festival de cine de Venecia, y en 2011 con la Palma de Oro de honor en el encuentro de Cannes.

Se fue mi último emperador, comentó Stefania Sandrelli. Su muerte es también un poco la nuestra, sostuvo Marco Bellocchio.

Siento un inmenso dolor (...) Se va un pedazo de nuestra familia, un amigo fraterno, amoroso, inteligente, genial, impredecible e implacable al decirnos la verdad. Su cine forma parte de las maravillas del siglo XX, escribió Roberto Benigni.

Una capilla ardiente fue instalada el martes en la sede del ayuntamiento de Roma para despedir al maestro, mientras el mundo del cine italiano llora al genial director.

(Con información de agencias)