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Al fin se anuncia el plan
E

l tan esperado Plan Nacional de Paz y Seguridad al fin fue anunciado. Referido a un problema de la agudeza sentida, es un plan ambicioso, complejo, necesariamente transexenal y muy discutible. Contiene innovaciones esperanzadoras y otras que sorprenden y demandan de explicación y discusión.

Es verdad, como lo destacó el propio presidente electo, que, por primera vez en esta lastimosa tarea, y es una gran aportación, se privilegia el amplísimo campo de la prevención del delito. El proyecto se externó de manera desarticulada y eso disolvió su fuerza, además de que su naturaleza inorgánica dificulta su apreciación, pero es fundamental.

El proyecto es un reconocimiento a que deben privilegiarse las motivaciones del crimen y no sólo buscar reprimirlo. Mucho se enfatizó en la pérdida de valores civiles, reformulación de la ética social, de la desintegración familiar, de la mala educación, del desempleo. Siendo un eje cardinal del plan no se señaló qué entidad del gobierno sería responsable de su gestión. Por su diversidad no debiera atribuirse a la nueva Secretaría.

El segundo enfoque, el más polémico, fue el de la creación de la Guardia Nacional, tema tan traído y llevado, pero que hoy se redimensiona al informarse que será adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional. Una primera lectura lógica es que se pone al instrumento de mayores expectativas en manos militares, aunque mañosamente se aclara que dependerá directamente del Presidente de la República.

El mandatario argumentó que sólo había dos opciones y optó por la que creyó mejor. El impacto en la vida nacional está por verse. Su decisión es firme, valerosa, es una rectificación mayor a su postura tradicional. No es una enmienda administrativa, es una rectificación política y una resignación ideológica. ¡¡De ese tamaño ve el problema!! Muchas dudas y posturas se suscitarán en contra de la decisión, en la opinión pública, en las policías mismas y dentro de las fuerzas armadas, más en la Marina que tanto protagonismo ha alcanzado.

De hecho, se está anunciando la creación de una cuarta fuerza armada. Grave señalamiento el de reconcebir a la Seguridad Nacional y reconformar a las fuerzas armadas. Grave no por hacer una crítica precipitada, sino por el gran esfuerzo de creatividad y capacidad ejecutiva que implica para su responsable, el secretario de la Defensa Nacional.

Alrededor de este rediseño de instituciones, el próximo presidente hizo vigorosos compromisos a favor de los derechos humanos y comprometió severamente a las fuerzas del orden, responsabilidad plausible, pero cuyo cumplimiento está muy lejos de Palacio Nacional. Es un requerimiento de transformación cultural y conductual que nos atañe a todos.

Se hizo muy escasa mención al tema de la inteligencia cuando en otros momentos el presidente electo ha hecho, con toda razón, claras referencias a su valor central hacia la mejor gestión de toda acción para el control del crimen. Con ello se omitió significar la indispensable colaboración internacional, sobre todo en los temas de flujo clandestino de capitales y armas y que ella fuera legal, equilibrada y productiva para México.

El tan sonado caso de la desaparición del Cisen y la explicación de su sustituto fue ignorada. ¿Será un órgano de inteligencia estratégica de interés nacional, dentro de la Secretaria de Seguridad o será un Centro de Inteligencia Criminal, o ambas cosas? Su misión es distinta, demandan de incomparable perfil de recursos humanos y tecnología que los hace incompatibles. Yo no confiaría en el éxito de esta ambigüedad.

El diseño operativo del control de la violencia abre muchas interrogantes. No sería serio hacer una descalificación apresurada sin la necesaria información, pero sí quedan dudas sobre lo numeroso de las células básicas, llamadas delegaciones, la sobreposición de facultades y responsabilidades: gobiernos estatales, municipales, zonas y regiones de las fuerzas armadas, policías y con superdelegados al mando. No se conocen sus estructuras, sistemas, protocolos y demás, es muy pronto para opinar.

Un reforzamiento a la valoración del plan hubiera sido el nombramiento de funcionarios corresponsables de la marcha de la nueva Secretaría, que velada e incompletamente se hizo. Conocer el nombre de los corresponsables, aplaudidos o no, hubiera dado valor adicional al esfuerzo y su transparencia.

El programa es una idea, esperanzadora y compleja, así es nuestro drama. Sería obligado que su vasto universo fuera discutido con la sociedad antes de darle el carácter de reforma constitucional y legal que se anunció. No será así.

¿Cuál es la eficacia posible de este intento? Imposible decirlo. Para el problema de la violencia, que es ya un drama nacional, no hay propuesta enteramente confiable. El drama tiene fondos aún no sospechados.