El futbol no sólo sirve para hacer ejercicio, también te da amigos que luego se convierten en tu familia, afirmó Heritier Kaps, quien a los 17 años tuvo que salir del Congo y pedir asilo político en Francia para mantenerse con vida.

Seis años después de aquella amarga experiencia, en la que tuvo que separarse intempestivamente de su familia para poder sobrevivir, ya que eran perseguidos políticos, el ahora futbolista es uno de los más de 500 jóvenes que participan en la Copa del Mundo Homeless 2018 que actualmente se lleva a cabo en el Zócalo capitalino.

Es integrante del equipo galo y asegura que pese a las dificultades a las que se enfrenta diariamente en Francia, como la discriminación y la falta de oportunidades para los migrantes, prefiere pasar por eso que volver a vivir el infierno que sufrió en su país, donde, según sus cálculos, en los recientes años han muerto cerca de ocho millones de personas debido a la violencia que prevalece en la región.

Relató que llegar a Francia, donde no conocía a nadie, fue algo muy difícil para él, ya que tuvo que dejar a mi familia en mi país, donde las cosas están muy mal y la situación es muy delicada, todos los días muere gente inocente, hay violaciones y no se respetan los derechos humanos, pero en ese momento no había otra opción, tuve que dejarlo todo con tal de salvar mi vida.

▲ Soufiane Kourouma (izquierda), el entrenador Christian Lepers (centro) y Heritier Kaps (derecha) forman parte de la selección de Francia que participa en la Copa del Mundo Homeless México 2018, la cual se lleva a cabo en el Zócalo capitalino.Foto Karla Torrijos

El jugador de 23 años, quien se desempeña como defensa central, compartió que después de ese terrible episodio, el futbol se ha convertido en su motor. Cuando tenemos una situación así de difícil no podemos quedarnos aislados de todo el mundo, este deporte me ha ayudado a conocer gente que ahora es mi familia.

Soufiane Kourouma, de 19 años, es otro integrante del equipo francés que compite en el Mundial de Homeless. Es originario de Guinea y en 2014 migró a Francia, donde ya vivía su hermano, en busca de un mejor nivel de vida.

Comentó que para él jugar futbol es un sueño hecho realidad, lo practico desde los cinco años y cuando no lo hago me siento en la cárcel, este deporte es mi vida y me encantaría seguir por este camino, ser un jugador profesional y tal vez parecerme a Kylian Mbappé o a Olivier Giroud.

Por su parte, Christian Lepers, uno de los entrenadores del equipo francés, indicó que el futbol se ha convertido en el vehículo más efectivo para integrar a la sociedad gala a los cientos de migrantes que diariamente llegan al país.